Suena el despertador. Levántate, dúchate, vístete, arréglate, programa tu día, vete a trabajar, contesta mails, asiste a reuniones, entrega resultados, vuelve a casa, cámbiate, vete al gimnasio, regresa, prepara la ropa del día siguiente, suena el teléfono (son tus amigas), vuelve a vestirte, sal a cenar, convive, disfruta (si aún te quedan fuerzas), de nuevo (y por fin) al hogar, lávate los dientes, completa tu rutina de belleza, ponte el pijama, programa el despertador y a la cama.

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Si tienes suerte, este será uno de tus días más relajados, si es que a esas tareas cotidianas no les tienes que sumar la limpieza, la cocina y ocuparte de los niños. El exigente ritmo de vida que llevamos hoy en día alarga cada vez más la lista de «cosas por hacer». Querida amiga, ¡es momento de darte un respiro!

El verano trae consigo un paréntesis que, bien aprovechado, tiene importantes beneficios para nuestra salud física y mental. Pero, ¿es posible desconectar del todo? Y, sobre todo, ¿sabemos hacerlo? Según un estudio realizado por Adecco, hasta un 35% de los trabajadores no consigue despejar su mente durante las vacaciones estivales, frente al 65% que sí logra olvidar sus tareas y funciones completamente.

El doctor Héctor Galván Flores, director clínico del Instituto Madrid de Psicología y miembro de Top Doctors.es® asegura que “determinadas personas presentan mayores dificultades para desconectar debido a factores como las ambiciones personales, el exceso de responsabilidad, la cultura de la empresa, el cargo o las cargas que tenga cada uno etc. Sin embargo, encadenar largos periodos de rutina sin descanso puede provocar que elevemos nuestros niveles de ansiedad y estrés”. Y adiós a disfrutar nuestras vacaciones.

La tecnología, el principal enemigo del descanso vacacional

Uno de los principales factores que favorece nuestra continua conectividad es el tecnológico. Querer estar constantemente informados y en contacto con las personas para no perdernos nada, incrementa la dependencia al uso de los dispositivos móviles, impidiendo despejar la mente de la rutina.

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“Meter dispositivos tecnológicos en la maleta puede generarnos la presión de tener que estar alerta y obligarnos a responder a cualquier mensaje o llamada, en cualquier horario y en cualquier lugar, cuando realmente no es necesario, ni te aporta nada en ese momento. Durante las vacaciones, lo único en lo que debes centrar la mente es en ti mismo y en los que te rodean”, asegura el miembro de Top Doctors.es®, plataforma online para encontrar y contactar con los mejores especialistas médicos de la sanidad privada, auditados y certificados por el proceso de selección de doctores más riguroso del mundo.

Más temidas son las consecuencias de no atender a los dispositivos móviles cuando se trata de trabajo. “El temor a las represalias, a perder el puesto, a no saber qué te vas a encontrar cuando vuelvas… esa incertidumbre es la que nos provoca miedos. Sin embargo, el equilibrio, la conciliación y el respeto por nuestro tiempo y descanso, deben ser una prioridad durante las vacaciones. Por salud”, añade.

Más estrés que hacer puenting o discutir con la pareja. El estrés que vuelve tarda en desaparecer

Leemos un mail, recibimos una llamada o mensaje procedente de la oficina, o nos encontramos con una noticia o artículo relacionado con nuestra actividad profesional y de repente, toda la desconexión conseguida se esfuma en cuestión de segundos. “Existen estudios, como Science of the Moment, realizado por el neuropsicólogo británico David Lewis para lastminute.com y Mindlab International, en el que se analizan las diferentes fuentes de estrés, que reflejan cómo atender una llamada, email o mensaje de trabajo fuera de horario laboral, puede producir más estrés que practicar actividades de riesgo como puenting, discutir con la pareja o estar inmerso en un atasco de hora punta”, explica el Dr. Héctor Galván. “Estar en contacto con el ambiente laboral altera nuestro descanso y nos mantiene alerta durante horas o quizás días, lo que puede hacer que tengamos que volver a partir de cero en lo relativo a la desconexión, cuando llevamos ya la mitad de nuestras vacaciones consumidas”.

Falta de sueño, aumento de peso o depresión entre los principales problemas derivados de la falta de desconexión

Encadenar sin pausa periodos largos de trabajo hace que acumulemos cierta sensación de ansiedad o estrés. “A corto plazo, aparecerán síntomas de preocupación constante, irritabilidad y problemas de insomnio. A largo plazo, nuestro cuerpo dirá “basta” y surgirán complicaciones mayores como el aumento de peso, problemas cardiovasculares, pérdida de defensas o la aparición de trastornos como la depresión”, asegura el doctor.

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Los expertos recomiendan estar apartados del entorno laboral como mínimo 15 días, aunque la cantidad necesaria varía según la forma de ser y capacidad de la persona. Además, es aconsejable diseñar unas vacaciones que nos ayuden a despejar la mente, mediante la elección de un destino o la realización de actividades que consigan captar nuestra atención, como por ejemplo realizar actividades físicas, visitar monumentos y rincones desconocidos o disfrutar de tiempo con familiares y amigos.

Foto: Getty Images