El verano se acaba, las chanclas ceden paso a los mocasines y el mood vuelve a girar hacia agendas, mails y reuniones. Pero la rentrée no tiene por qué ser un golpe de realidad: puede convertirse en tu momento para resetear y brillar. Aquí, la guía definitiva para afrontar septiembre con la mejor actitud (y mucho estilo).

Haz del orden tu aliado chic

El regreso a la rutina sabe mejor con un escritorio ordenado y una agenda bonita. Invertir en papelería elegante —sí, esa libreta que te motiva a escribir— es el primer paso para poner en orden ideas, proyectos y energía.

 

Viste para el mood que quieres

Nada de looks aburridos. La rentrée es el momento de apostar por un uniforme personal: un blazer oversize, unos jeans que sientan como un guante o un vestido midi que funcione del día a la noche. La clave está en prendas versátiles que te den seguridad sin renunciar a la moda.

Ritual de autocuidado express

La vuelta se nota en la piel y el ánimo, así que activa un plan beauty exprés: exfoliación suave, hidratación intensa y mascarillas que devuelvan glow tras el verano. Añade un toque de fragancia fresca y ya tienes tu escudo contra el bajón postvacacional.

Agenda placer, no solo trabajo

La rutina no tiene por qué ser sinónimo de monotonía. Anota en tu calendario pequeños planes para ti: una cena con amigas un martes cualquiera, un paseo después del trabajo o esa clase de yoga que llevas posponiendo.

2020: Una rentrée inolvidable

Redescubre la ciudad como turista

La rentrée también puede ser un renacer urbano. Cambia tu ruta al trabajo, prueba un nuevo café o visita esa exposición pendiente. Ver tu ciudad con ojos frescos ayuda a romper con la sensación de “volver a lo mismo de siempre”.

La actitud es tu mejor accesorio

Si hay un truco definitivo, es este: no pienses en septiembre como un final, sino como un comienzo. Estrenar cuaderno, reorganizar tu armario o planear un viaje corto pueden ser anclas de motivación.

La rentrée puede ser un déjà vu rutinario… o el inicio de un nuevo capítulo cargado de estilo y propósito. La diferencia está en cómo la vives (y cómo la vistes).

*Imágenes: Getty Images