No te darán una chapa que podrás sacar a relucir cada vez que pises un bar de carretera ni un padrino que al que llamar ante las recaídas, pero si comienzas la búsqueda de piso y consigues hacerlo sin sufrir daños psicológicos irreversibles, tenlo por seguro: habrás superado la prueba más difícil de tu vida.

Pero claro, como en toda superación personal que se precie, es necesario que pases por las siguientes etapas:

1. Negación – ¿De verdad está viviendo la gente en estos cuchitriles?

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Comienzas a buscar casa. Empiezas abriendo una web de vez en cuando y acabas por actualizar cada minuto, te apuntas a las alertas y, en definitiva, caes en una adicción que te costará meses superar. Lo conviertes en tu obsesión y te cuesta creer que haya tanto cutrerío a precio de oro el metro cuadrado.

Te creíste los cuentos de princesas, lo confirmaste con el amor de Felipe y Letizia y ahora crees en ti: «Encontraré la casa de mis sueños a bajo precio». Qué enternecedor…

Otras buscan una pareja inteligente, divertida y a poder ser, atractiva, pero tú solo quieres una cocina con paredes y no dentro de un armario o una habitación con ventana; no debe ser tan difícil, ¿verdad?

Requisito número 1: vete olvidando del vestidor.  © Cordon Press
Requisito número 1: vete olvidando del vestidor. © Cordon Press

2. Ira – ¿De verdad quieres que viva en ese zulo?

"¿Cómo? ¿De verdad quieres que viva AHÍ?"
«¿Cómo? ¿De verdad quieres que viva AHÍ?»

El tiempo apremia: por lo general tienes un mes para completar tu búsqueda y los días pasan muy rápido. Esto se debe a una ley universal no escrita: no puedes mirar piso antes porque, ¿quién te lo va a alquilar a dos meses vista? Así que de pronto te das cuenta de que falta una semana para la fecha límite y aún no tienes un triste puente bajo el que cobijarte.

Entonces empiezas a rebajar tus exigencias: ¿qué más da la calefacción? Bragas de lana y arreglado.

Comienzas a concertar citas con inmobiliarias (los dueños nunca dan la cara, cobardes) y solo hay dos caminos posibles:

  • Minutos antes de la visita te llaman para cancelarla porque alguien que ni siquiera ha visto el piso te lo ha robado. Alguien a quien odias de manera irracional.
  • Nadie te cancela la cita, te encaminas a la misma y sospechas… ¿Qué tiene de malo para que nadie me lo haya robado?

Y de malo tiene que es un semisótano, que no es un piso sino un local dentro de un túnel de Metro y que cuando dijeron “dos alturas” querían decir que la cama estaría sobre la cocina, a modo de altillo, porque el baño ya está dentro del armario de la entrada.

A la tercera visita va la vencida y es cuando definitivamente pegas al de la inmobiliaria. Te denuncia, pierdes el juicio, cumples condena y así tienes solucionado el tema del piso al menos unos mesecitos.

 

3. Culpa y resentimiento – ¿De verdad no me va a tocar la lotería?

"Estoy cansada".
«Estoy cansada».

Pierdes la esperanza, cada segundo que pasa es uno menos para conseguirlo. En los momentos buenos, sacas todas tus energías y te esfuerzas en recordar algún detalle de algún piso que te gustase y que te haga ver la vida de otro color.

Hablas con tus padres: les pides un adelanto de la herencia, se ríen de ti pero contigo, le quitan hierro al asunto y como a ellos no puedes agredirlos simplemente los increpas por no apellidarse Hilton y no haberte dado una triste mansioncita en la que esparcir tus pertenencias.

También empiezas a odiar a gente sin sentido: a los que, como tú, llaman nada más aparecer el anuncio de un nuevo piso, pero lo hacen 10 segundos antes, concertando la mejor cita y un alquiler asegurado. También a los que estiran las fotos de sus casas para hacerte creer que son más grandes y a los que fotografían el salón el día después de una fiesta universitaria.

A los que hacen fotos y salen reflejados en el cristal no, a esos hay que quererlos.

Todas las imágenes son verídicas (de pisos que alguien quiere que te quedes) y si todavía no te lo crees, es que no has empezado la búsqueda.  © Terriblerealestateagentphotos.com
Todas las imágenes son verídicas (de pisos que alguien quiere que te quedes) y si todavía no te lo crees, es que no has empezado la búsqueda. © Terriblerealestateagentphotos.com

Terrible Real State Photos es un Tumblr que recoge las fotos más enternecedoras de casas REALES, de caseros y vendedores que, sacando lo mejor de sí mismos, encuadran, disparan y dejan reflejada (para toda la posteridad) la magnitud de sus propiedades.

 

4. Depresión – ¿De verdad pido tanto?

Tus allegados te notan triste, desaliñada llevas días viviendo en la calle, ¡pues claro que la limpieza ha dejado de ser tu prioridad! y hasta te dicen: “No te preocupes, hay más peces en el mar.”

No tienes casa y dejas de tener amigos, por imbéciles, y te lamentas por lo injusto de la vida: culpas a Pinterest por tus altas expectativas en cuanto a casas, te abrazas a tu piña de porcelana y lloras.

Te preguntas por qué aprenderías a multiplicar: entre lo que te puedes permitir y lo que de verdad quieres (toda una gama de pisos espaciosos, luminosos, preciosos) suele haber una mínima diferencia de precio. Una miseria al mes pero una fortuna al año. No, no puedes permitírtelo. Lloras aún más fuerte y pineas cocinas con maravillosas islas forradas de madera como si no hubiese un mañana… ¿Acaso lo hay?

"Culpas a Pinterest por tus altas expectativas en la búsqueda de casa."  © Cordon Press
«Culpas a Pinterest por tus altas expectativas en la búsqueda de casa.» © Cordon Press

5. Aceptación De verdad, no es para tanto.

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Lo has asumido. Lo de la casa con ventanas no va a pasar, pero podría ser peor y tendrías que vivir en uno de esos baños a reformar en los que no podrías conformarte solo con prenderle fuego al urinario.

Tu casa va a estar ahí, solo es cuestión de (más) tiempo. Taparás el gotelé con pósters de gatitos y le dirás a tus amigos (los que quedan) que tu barrio de extrarradio es el nuevo Brooklyn. Lo vas a encontrar, porque has madurado y ya no eres tan exigente, solo quieres ser feliz… Y volver a ducharte.

 

Bonus track: Acción – ¡Tengo piso… de verdad!

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Lo has logrado. Te has puesto las pilas, te has olvidado de niñerías y lo tienes. Es ligeramente más caro de lo que esperabas, pero más grande que esas cajitas de cerillas del centro. Tienes espacio y el parqué seguro que se pone de moda de nuevo.

Eres feliz, nadie te lo ha quitado. De hecho, le hiciste la peineta al pringado que había pedido citas después de ti cuando asomaste por el portal agarrando tu contrato firmado con una mano y al de la inmobiliaria con otra.

¡Al fin! ¡Eres feliz! Tienes tu vivienda digna, un alquiler que te ahoga, cientos de cajas que desembalar, muebles por montar pero ahora puedes anunciar orgullosa que has sobrevivido a la experiencia más traumática de tu vida, ¡bienvenida a la edad adulta!

¡Felicidades!, has sobrevivido. Ahora 'solo' te queda desembalar cajas.  © Cordon Press
¡Felicidades!, has sobrevivido. Ahora ‘solo’ te queda desembalar cajas. © Cordon Press