¿Se puede disfrutar del desfile de Victoria’s Secret y ser feminista? Pues por supuesto, vaya pregunta. Igual que puedes depilarte y ser feminista o maquillarte y ser feminista. Porque si algo tenemos bien aprendido es que nadie puede venir a darnos o quitarnos el carnet de feminismo, ¡faltaría más!

Ahora bien, dicho esto, necesito puntualizar también que el desfile de Victoria’s Secret es machismo puro: la cita se está convirtiendo en una versión del traje nuevo del emperador en la que nadie se aventura a recalcar que esto no tiene absolutamente nada que ver con el feminismo.

Me vais a perdonar, pero a mí esto no me empodera ni una pizca. © Getty Images

Donde sí que lo saben bien es dentro de la propia firma, que lleva años ensayando piruetas mentales para vendernos que el desfile es en realidad purito empoderamiento femenino, con unas modelos que son así de perfectas porque se lo han currado a golpe de boxeo. El nuevo enfoque de Victoria’s Secret se justifica puntualizando que sus chicas, porque siempre son ‘chicas’ y nunca mujeres, se quieren y se aceptan tal y como son (como para no, perdona) y, si no son perfectas, luchan por ello como deberías hacer tú, vaga, que eres una vaga.

En este contexto, sorprenden cuanto menos, las declaraciones de Ed Razek, mente pensante detrás del concepto de ‘ángel’, que se atreve sin vergüenza ninguna a afirmar que él busca modelos que hagan que las mujeres al verlas exclamen “quiero ser así, quiero tener esa confianza”. Como si la inseguridad no nos la produjese este sistema en general y gente como él en particular, que eleva hasta los altares del olimpo a las modelos con los cuerpos más deseables del planeta. El resto ni interesa, ni existe.

Tras ver la ingle de Devon Windsor, ¿alguien en la sala se siente más empoderada y más segura de sí misma como dice buscar Ed Razek? © Getty Images

El desfile es una cita más que coloca a las mujeres en la vitrina de exposición. Las sexualiza y las convierte en objetos que admirar o disfrutar… con el peligro que eso conlleva: que después sean tratadas como objetos. Porque, nadie aquí es tan ingenuo como para pensar que las imágenes no son poderosas, ¿verdad? Especialmente, como es el caso de este espectáculo, cuando llegan a más de 500 millones de personas en todo el mundo.

Me parece que en VS confunden ser sexy con sexualidad femenina.

Nuestro ideal de belleza y nuestra cabecita se van amueblando con las fotografías, los vídeos o los posters con los que nos bombardean desde cualquier parte, desde que tenemos uso de razón. Y, al igual que hoy los niños quieren ser cocineros gracias a Masterchef, las niñas aspiran a ser sexy y tener cuerpos perfectos, por obra y gracia (entre otros) de Victoria’s Secret. Y así seguimos en 2017.

Nadie es tan ingenuo como para pensar que las imágenes no son poderosas y no nos educan. © Getty Images

La firma ha hecho un tímido esfuerzo por escuchar las críticas y en los últimos años ha incorporado un canon de belleza más amplio, que incluye mayor diversidad racial. Y eso siempre es de agradecer. También que muchas de estas mujeres no sean simplemente maniquíes y representen a una nueva ola de féminas que hace con su cuerpo lo que quiere. Pero no es suficiente.

No porque cada año el desfile sigue dejando la sensación de que en Victoria’s Secret confunden ser sexy (a los ojos de los otros, de los hombres, claro) con sexualidad femenina. Porque se apropian del ‘empoderamiento’ para vender sujetadores. Y, ojo, que yo a bote pronto estoy muy a favor de cualquier visibilización del feminismo que haga al movimiento mainstream, que falta hace, y si vende, pues bien por ellos (hola Beyoncé, hola Dior). Pero de ahí a coger con pinzas eso de ‘mujeres empoderadas’ porque enseñan ingle hasta donde les sale del mismísimo (y muy a favor también de enseñar ingle, ¡eh!), pues hay un trecho. Que empoderada podría ser una Ashley Graham desfilando en lencería o cualquier mujer que realmente se salga del canon.

Estoy muy a favor de cualquier visibilización del feminismo que haga al movimiento mainstream, pero no a coger con pinzas la idea de ‘mujer empoderada’ para vender sujetadores.

Un ideal de belleza que en esta firma siempre ha ido de la mano del gusto del hombre heterosexual medio. Un perfil para el que, no nos olvidemos, se creó esta empresa que mueve millones: nacía en 1977 en California, para ofertar una tienda donde los hombres pudieran comprarle ropa interior a sus mujeres sin que les diera vergüenza.

Que es genial ver a Bella Hadid y su cuerpo trabajado contoneándose sobre la pasarela. Pero ¿es empoderador para alguien más de para ella misma? © Getty Images

Vamos, que este desfile viene a enseñarnos una vez más que aquí lo que importa es la apariencia que, en el caso de las mujeres, es la perfecta, por supuesto, y adaptada al gusto masculino. Que la lencería no es para sentirte sexy, si no para ser sexy a ojos de los demás.Una visión que, por suerte, choca de frente con muchos de los ideales de las millennials que empiezan a verlo como algo obsoleto y con lo que no se identifican. Solo espero que la firma de por fin su brazo a torcer y abrace la diversidad real. O que, dentro de unos años, a todos nos parezca tan rancio como hoy nos lo parecen los certámenes de Miss España.

Romee Strijd: la definición perfecta de qué entiende un hombre por sexy. © Getty Images