A Alba Galocha (Santiago de Compostela, 1990) no le gustan las etiquetas. ¡Y menos mal! Porque con una actividad tan trepidante como la suya, no habría espacio suficiente para contar todo lo que hace: es una reconocida modelo, autora de un blog con legión de followers, fotógrafa (por exigencias de sus ratos de soledad) ahora también feliz actriz con una película en cartel, El hombre de las mil caras y tres más por estrenar (No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas -11 noviembre-,  Plan de fuga -febrero 2017-, y Si vieses su corazón -sin fecha de estreno-). ¡Hay Alba para rato!

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Alba lleva blusa de & Other Stories, choker de Gabriela Mora y pantalón de Max&Co. © Sergio Moya & Ximena Garrigues. Estilismo: David García y Sofía Stein.

Con una carrera brillante en moda, ¿por qué saltar a la interpretación?

Era algo que siempre había tenido en la cabeza, pero que siempre me había dado mucho miedo porque tenía la sensación de que no era capaz de hacerlo. Según fui creciendo, me di cuenta de mis habilidades y de todas esas cosas que te atraen y que quieres experimentar. Y pensé que por miedo no iba a dejar de intentarlo. Empecé a probar la actuación y cada vez me llenaba más. Ahora me gustaría investigar ese camino plenamente y dedicarme a eso de aquí en adelante.

 

Empezaste en la moda a los 18 años. Con 26, ¿sientes que este ámbito te puede cansar?

Es un mundo que pasa factura, y eso que yo tuve la suerte de empezar tarde. Es un trabajo que comienza muy temprano y que desgasta mucho porque es una forma de vida: viajar todo el rato, pasar mucho tiempo sola, acostumbrarte a esa soledad, llenar las horas en las que no trabajas… Todo lo que hago (escribir, hacer fotos…), al final, han sido cosas que me he ido encontrando en el camino para salir de esa soledad que supone el viajar como modelo. Eres joven, no estás hecha, y es una forma de crecer muy diferente.

 

La moda tiene fecha de caducidad… Todo resulta muy efímero. ¿Cómo se vive esa presión cuando eres joven?

Es complicado. Hubo un momento, a mis 23 años, que me sentía vieja. Mi hermano me decía: “Alba, olvídate de eso, no lo pienses. Es solo tu profesión”. Fue un momento un poco crítico en el que tuve que plantearme qué quería hacer en el futuro. Fue precisamente en ese punto en el que perdí el miedo para arrancar y dedicarme a la interpretación.

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Bomber de Tommy Hilfiger, pantalón de Emporio Armani, body de Eres, bailarinas de Pretty Loafers y joyas de Gabriela Mora. © Sergio Moya & Ximena Garrigues. Estilismo: David García y Sofía Stein.

Pero supongo que ese ritmo de vida trepidante hace que también alcances la madurez antes.

Sí, desde luego. Viajar, conocer gente… Yo al principio era más tímida y, aunque sigo siéndolo, en el momento en el que tengo que trabajar, sé que si no me abro, la que lo va a pasar mal soy yo. Porque, además, la moda es eso: trabajar cada día con un grupo de gente diferente, gente adulta por norma general… Maduras porque aprendes a relacionarte con gente mayor que tú y viajar sola también hace callo. Te aprendes a sacar las castañas del fuego, no tienes a mamá para decirte que ella resuelve cualquier problema que surja.

 

Durante esos momentos en soledad, tengo entendido que la fotografía te ayudó mucho…

Sí, me aficioné a ella porque me regalaron una cámara y fue todo un descubrimiento para llenar el tiempo sola. Me gusta hacer fotos porque me hace moverme. Mi hermano dice que debería hacer un libro, pero nunca encuentro el tiempo. ¡Algún día lo haré!

 

Ese background que has adquirido como modelo ¿te sirve de ayuda en la interpretación?

Creo que los actores trabajamos desde nuestras vivencias, así que cuanto más hayas experimentado, cuanto más hayas conocido, mejor, más material de trabajo tienes. Irme, por ejemplo, a Tokio o a Milán y tirarme allí una semana observando a la gente, viendo personalidades distintas… me permite conocer un poco de todo.

“La moda pasa factura: viajar todo el rato, acostumbrarte a la soledad… creces de forma diferente”.

 

Siempre has sido crítica con el mundo de la moda, manifestando en muchas ocasiones que había un punto que no te cuadraba.

A mí me gusta mucho la moda por esa idea de concebirla como un lujo, como un arte. Pero ha llegado un momento en el que, gracias a las redes sociales, se ha democratizado, y eso está muy bien. Ahora bien, hay que entender que una cosa es la moda del día a día, para todos, y otra muy diferente la alta moda. A mí lo que no me parece bien es que haya que venderle a la gente qué tiene que llevar eso. Porque es imposible que todas las mujeres seamos mujeres de portada de una revista de alta moda. La línea de separación es muy fina: no sabes cuándo estás vendiendo eso a mujeres reales o si cuando lo compran, saben que les vendes un sueño. Mi abuela no me encuentra en las revistas, no me reconoce en las fotos, y tengo que decirle la página en la que aparezco. En esas imágenes, no soy Alba. Está en manos de la gente de la moda hacer entender al gran público que una cosa es moda y otra muy distinta la realidad.

 

En ese sentido, ¿crees que como modelo o autora de tu propio blog tienes una responsabilidad ante tus seguidoras más jóvenes?

Tengo que aprovechar la cantidad de seguidores a los que les llega lo que hago o digo, sí. Pero la responsabilidad va más allá, y como ciudadanos del mundo todos deberíamos aprovechar para hacer cosas que nos hagan más felices, con las que nos sintamos mejor todos.

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Jersey de Max&Co, pendientes y anillos de Gabriela Mora (mano derecha) y anillo triple (mano izquierda) de & Other Stories. © Sergio Moya & Ximena Garrigues. Estilismo: David García y Sofía Stein.

Has decidido ser actriz; sin embargo, no eres una modelo que de pronto se pone a hacer cine, sino que te estás preparando… ¿Para ti era necesario?

Con la moda iba a trabajar todos los días, pero no aprendía cosas nuevas constantemente. En cambio, lo que me gusta de la interpretación es que hasta bajar a comprar el pan se convierte en una enseñanza para tu profesión. Tienes que estar en alerta continuamente, porque aprendes de todo lo que sucede a tu alrededor. Tu día a día es tu aprendizaje. Ahora bien, además, también tienes que formarte. A mí es lo que me funciona.

 

¿Y te ponen nerviosa los castings de cine?

La primera prueba a la que fui era para conocer a las directoras de casting, y nunca pensé que iba a conseguir el papel. Llegué muy tranquila. ¡Haber hecho antes muchas pruebas como modelo siempre ayuda! Porque ya sé que no depende solo de mí, sino también de la persona que me está mirando, del feeling que tenga conmigo.

 

En poco tiempo, estás haciendo una carrera en el cine muy sólida, con gente muy buena… El hombre de las mil caras (Eduard Fernández, Jose Coronado); Si vieses su corazón (con Gael García Bernal), Plan de fuga (con Luis Tosar y Javier Gutiérrez) y No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas (con Álex García y Verónica Echegui). ¿Cómo está resultando la experiencia?

El cine me está dando un montón de cosas. Estoy recibiendo tanto que no me he podido parar a pensar todo lo que he aprendido. Pero sí puedo decir que, desde que he empezado, no ha habido un día en el que no me haya enseñado algo. Me llena mucho, estoy mucho más feliz en todos los aspectos.

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Americana de L.K. Bennett, bañador de Eres y brazaletes de & Other Stories. © Sergio Moya & Ximena Garrigues. Estilismo: David García y Sofía Stein.

Hay veces que, cuando la gente cambia de profesión, se les mira con lupa. ¿Sientes que eso te está ocurriendo a ti?

Eso es algo en lo que no quiero malgastar mucho tiempo. Yo voy a ir trabajando y, si funciona, bien. Mi objetivo es seguir divirtiéndome sin pensar en absoluto en este tipo de prejuicios.

 

Tu primer estreno es El hombre de las mil caras, que trata sobre Francisco Paesa y la fuga y posterior detención de Luis Roldán. Toca aspectos muy delicados… Es una propuesta muy valiente.

La gente todavía se acuerda de esto, no es como en otros casos de la Historia, que los españoles tendemos a olvidar. A mí me parece una película muy necesaria por el tema que trata. Reconozco que yo no sabía demasiado del asunto, porque a mí me pilló muy pequeña. Pero mi hermano me empezó a contar y contar, y cuando me presenté al casting  y me eligieron, me pareció una maravilla.

“El cine me está dando un montón de cosas. No ha habido ni un día en el que no haya aprendido algo”.

 

¿Cómo has vivido este rodaje? 

Fue un regalo conseguir este papel porque yo no me lo esperaba para nada. Iba a hacer una prueba para otra película y me lo hicieron para esta. Hasta que llegué el primer día al rodaje, no me lo creí. ¡De hecho, no me lo creí hasta que vi la película acabada! [risas] Ha sido lo primero que hacía y no sabía absolutamente nada de un rodaje, aunque había estado de visita en alguno. No dejaba de mirar, de aprender y de sorprenderme todo el rato. Y disfrutarlo mucho.

 

En la película interpretas a Beatriz, la sobrina de Paesa… Un personaje tan astuto y frío como él.

¡Lo lleva en el ADN! Es la aprendiz de Paesa, su sucesora. Estamos tan acostumbrados al canallismo que lo tenemos muy interiorizado. Así que cuando te pones en la piel de este tipo de personajes, ya sabes cómo se mueven, qué impulsos les hacen comportarse de determinada manera. El día que fui a los ensayos y vi a Eduard Fernández interpretando a Paesa con ese canallismo, decidí seguirle. ¡Al fin y al cabo, era su mentor!

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Vestido y cinturón de Emanuel Ungaro y colgante y anillos de Sara Lasry. © Sergio Moya & Ximena Garrigues. Estilismo: David García y Sofía Stein.

*Este artículo se publicó originalmente en el número de septiembre de ‘Shopping&Style’, el suplemento del último jueves del mes con ‘El País’.