Se nota en el salón Watches&Wonders que se ha celebrado en Ginebra del 29 de marzo al 3 de abril qué marca ostenta el cetro de la Alta Joyería y Relojería a nivel mundial. En la creación, pero también en la comunicación. Se percibe al entrar el pabellón de Palexpo, por la magnitud del espacio que ocupa Cartier. Ya eso sería importante. Pero más aún lo es cuando se reflexiona sobre la manera de completar, que no llenar ese espacio, con la elegancia de una simplicidad en la que destaca la creación.

En este sentido, me siento honrada de encontrarme con su director de Imagen, Estilo y Patrimonio, Pierre Rainero (1958). Y feliz de hablar con el hombre que de alguna manera atesora la historia de la marca, pues sobre él recae la responsabilidad de la Colección Cartier, constantemente enriquecida, con más de 1.500 piezas históricas, entre ellas, por cierto la diadema guirnalda de la Casa Real española que el rey Alfonso XIII regaló a la reina Victoria Eugenia en 1920. Todo ello me hace recordar dos de sus exposición histórica que he tenido la suerte de visitar: en el palacio de El Hermitage en San Petesburgo, Rusia, en 1992, y en Madrid, en el Museo Thyssen-Bornemisza en 2012. Tengo que  agradecérselo a Rainero que, de alguna manera, estaba detrás de ellas, ya que en 1984 se incorporó a la maison como responsable de la publicidad internacional, para pasar a ser años después director de todo lo relativo a la imagen de la marca, en la que supervisa todo lo que tiene que ver con ella así como con el Patrimonio.

Nuestra misión es que nuestros objetos sean usados por nuestros clientes, afirma categóricamente y siempre con un gesto amable, cuando empiezo a divagar en el camino entre el pasado y el futuro de la marca, teniendo en cuenta que sobre ese viaje lo sabe todo: Desde su fundación el concepto de la marca es de evolución permanente y dinámica. Y se ha puesto de manifiesto en las diferentes etapas históricas de la maison. Se refiere más allá de su fundación en 1847 por Louis François Cartier a la época más fructífera que se sucede con la tercera generación familiar, en la persona de uno de sus nietos, Louis Cartier (1875-1942), gran artífice del desarrollo de la marca y con ese concepto de evolución. Es algo visible -continúa Rainero- incluso en la manera tan interesante en la que decidió su sucesión, en la persona de Jeanne Toussaint.Es impresionante conocer la modernidad de la empresa capaz de poner al frente de su dirección creativa a esta mujer entre 1920 y 1970 y que marcó una historia en la casa, mezclando herencia y modernidad.

En nuestros genes creativos esta visión de evolución en la creación es muy importante, asegura. Y muestra cómo la visión del paso del tiempo no se contradice con esa de tener un punto de vista que permanece.

¿No hay lugar para la moda?  
Se crean objetos con la idea de que permanezcan en el tiempo, no pensando en que se remplazarán una temporada después, con una idea de diseño fuerte, es decir, con la capacidad de durar en el tiempo y con una fortaleza tan grande que admite variaciones. Hay muchos ejemplos, pero basta con mirar el reloj Santos o el Tank, que tienen muchísimas variaciones. Y puede decirse lo mismo cuando hablamos de joyería. Nuestros fundadores siempre vieron la Maison con la intención de que la evolución formara parte de la decisión creativa de la casa.
Cuando así me habla Rainero, recuerdo que estos días del Salón Watches&Wonders la web de Cartier hablaba de la inmaterialidad del tiempo, a la manera einsteniana de relativizar. Eso en la Casa significa saltar barreras estilísticas, hasta encontrar la suya, su propio punto de vista que hace que algo pueda o no pueda ser Cartier y que no se corresponde con una visión superficial sino con una mirada más profunda, con unos valores.Precisamente, dentro de esos valores destaca la originalidad, el hecho de crear cosas que antes no existían, porque quien compra Cartier compra algo original. Somos creadores de formas, de nuevas formas y también de volúmenes. Eso lo aplica por ejemplo al nuevo modelo Coussin”, que literalmente significa cojín y que en la muñeca tiene ese efecto. Y en su caso la espiral que se ha diseñado en la esfera también es muy importante, porque desde que lo hicimos fuimos conscientes de la cantidad de juego de colores, de combinación de piedras que permitía.

Reconoce Rainero la creación como una labor de equipo, en unos deben comprender y saber del trabajo de los otros. Y cuando lo hace, surgen de manera casi automática dos palabras: exigencia y excelencia.

¿Qué prima más?  

– El nivel de una está relacionado con el nivel de la otra. El nivel de exigencia no es uno sino muchos porque depende de dónde se ponga el cursor de la excelencia.

Apoyados lógicamente en la tecnología que otorga agilidad en la comunicación y que permita que sus objetos sean duraderos, no pueden ligarse a aquellas que tal vez vayan a desaparecer rápidamente y a ser reemplazadas por otras. Si el reloj que hacemos no va a poder funcionar perfectamente dentro de diez años porque la tecnología cambiará, si no va a ser digamos sostenible no merece la pena crearlo.

En su caso, eso significa compartir mundos aparentemente contradictorios, como el de la tecnología y la artesanía, que sin embargo constituyen una oportunidad. Por ejemplo -dice-, la aparición de los relojes de cuarzo todo el mundo pensaba que era el fin del mundo de la relojería. Y sin embargo ha sido todo lo contrario, el nacimiento de un mundo de exigencia superior, que ha conducido a apreciar enormemente el movimiento mecánico, los oficios; ha sido el punto de partida de un desarrollo enorme de la Alta Relojería. En realidad debemos mucho al cuarzo que ha mostrado hasta qué punto el trabajo artesanal es excepcional. Y se puede extrapolar a la actualidad donde las generaciones nativas digitales están fascinadas por esa noción del tiempo necesario para fabricar ese tipo de objetos, por lo que hay una nueva valorización de la Alta Relojería.  

Hablamos entonces de sostenibilidad -palabra que no existe en francés-, desde el punto de vista de la durabilidad, valor de una empresa como Cartier, por lo que los criterios de sostenibilidad no solo no nos extrañan sino que están de manera natural en nuestra cultura. Claro que van evolucionando. En 1910 nadie pensaba en la protección de las tortugas y ahora no puede usarse su caparazón.  Son terrenos en los que hemos evolucionado muchísimo. Tanto en los materiales que usamos, como en la manera en que nos aprovisionamos de la materia prima, las piedras preciosas, somos muy exigentes con la trazabilidad de su procedenciay hemos sido pioneros en ello. Y a veces vamos más allá de las normativas europeas. Por ejemplo, no hay prohibición de comprar piedras de Birmania o Afganistán. Pero nosotros no lo hacemos.

¿Cuáles son los principales hitos en la historia de Cartier?
En primer lugar, la incorporación de Louis Cartier a la maison y sobre todo a su sucesión, en la que primó el talento, por lo que eligió el de alguien que no pertenecía a la familia. O la creación de Les Must, por cómo ilustran la comprensión de la evolución del mundo, hacia lo que hoy llamaríamos casual.
Y habla de su hito que es su reloj favorito, lo que imaginaba simplemente viendo asomar una esquina por el puño de su camisa: el Tank. Ya lo era antes de trabajar en Cartier, un objeto de pureza estética y de una lógica en términos de creación y al mismo tiempo un objeto precioso.Bonita declaración de amor.

*Imágenes: cortesía de Cartier