Los hoteles de lujo son como burbujas. Burbujas en las que se para el tiempo, en las que el mundo exterior ya no existe y en el que todo es distinto. Hospedarte en uno de ellos es un privilegio que se palpa en cada detalle, cada sonrisa, cada situación. Entre esos lugares tan exclusivos destacan algunos, que pueblan una categoría indefinida pero sutilmente establecida. Hoteles que son más que eso. El Shangri-La, uno de los hoteles más exclusivos de París, es uno de ellos. ¿Cómo es alojarse en un hotel de tanto prestigio? Te contamos todos los detalles de nuestras 24 horas en un hotel Palace en París.

EL CHECK IN

24 horas en un hotel palace en Paris
24 horas en un hotel palace en Paris

La llegada al Shangri-La de París anuncia el tono del lugar. Mi taxi pasa por la increíble plaza del Trocadéro, veo el Sena, la torre Eiffel, y me adentro poco a poco en el corazón del 16ème arrondissement, uno de los barrios más exclusivos y discretos de la Ciudad de la Luz.

Una vez mi destino alcanzado, tras ser recibida por unos botones que se encargan de todo mi equipaje, sonrientes y con un gesto de una elegancia exquisita, veo la puerta de entrada. Es de acero, y es impresionante. Aprenderé más tarde que dicha puerta siempre ha estado ahí, recibiendo a invitados desde 1896. Y es que el edificio en el que me adentro no es un edificio cualquiera. Sino un monumento histórico. Literalmente. Siento que estas 24 horas en un hotel Palace en París van a ser inolvidables.

Los 20 000 metros cuadrados que habita el hotel constituían originalmente la casa del emperador Napoléon Bonaparte. ¡Voy a dormir en su casa!

24 horas en un hotel Palace en París

Paso la hermosa puerta, y me quedo sin habla. A mi derecha, veo una ‘sala de espera’/fumoir, una sala de billar con una chimenea de madera, distintos cuadros, obras de arte de la época, muebles originales y unos lustros impresionantes.

Frente a mí, un lobby de mármol, techos altos, luz natural, estatuas y grandes jarrones de la dinastía Ming (el sello asiático que aporta con maestría la marca Shangri-La) me dan la bienvenida, al igual que la recepcionista, sentada frente a un pequeño despacho de la época, en la íntima sala de recepción, donde procedo al check in. Mi estancia de 24 horas en un hotel Palace de París empieza oficialmente.

MI HABITACIÓN

24 horas en un hotel Palace en París
24 horas en un hotel Palace en París

Con mi llave en mano, me acompañan hacia mi dormitorio. Avanzamos y me encuentro con un vestíbulo, protagonizado, en su centro, por una estatua de bronce que representa a un niño sujetando una antorcha. A su lado, una escalera majestuosa abre el camino hacia el segundo piso, donde se encuentran, separados por una cúpula impresionante, la librería del príncipe y dos salones residenciales.

24 horas en un hotel Palace en París

 

Por fin, expectante, me adentro en mi habitación. Tengo una de las 40 que tienen vistas directas a la Torre Eiffel. La invade una brillante luz natural y su un tamaño es considerable: mide 45 metros cuadrados (un lujo importante en ciudades como París). Está decorada en tonos azules, blancos y un amarillo dorado apagado y discreto. Toda la habitación me sumerge en un mundo que mezcla la estética histórica y tan delicada del Imperio europeo con notas asiáticas.

24 horas en un hotel Palace en París

De esa unión nacen unos interiores que unen con mucha armonía texturas y colores, desde papeles murales tejidos con hilos de seda, muebles hechos a mano hasta piezas de cristal. Me tiro en la cama para hacer mi famosa ‘prueba del colchón’, y opera la magia.

24 horas en un hotel Palace en París

Es el mejor colchón que haya probado jamás. Y viajo mucho. He estado en muchos hoteles de gran lujo. Pero esto es surreal. El colchón me envuelve literalmente y los cojines, con forro de plumas, me invitan a quedarme con ellos hasta el día siguiente. Impresionante.

24 horas en un hotel Palace en París

Paso al baño… Y noto como mi boca se abre sola, sin poder controlarla. Ducha italiana, suelos de mármol, pantalla de televisión incrustada en el espejo, una bañera enorme… y un precioso taburete con el asiento de esponja. 

Todos los amenities son de Guerlain, el albornoz, esponjoso y grueso y las zapatillas son de una calidad sin igual… Así que me envuelvo en ellos y me dirijo hacia mi primera cita del día: un masaje en el Spa.

EL SPA THE CHI

El Spa del Shangri-La de París no es un spa. Es un verdadero santuario del bienestar. El lugar es impresionante. Localizado en la parte baja del hotel, en el lugar que ocupaban los establos del rey Napoléon Bonaparte, el Spa Chi fusiona a la perfección el lujo francés y la delicadeza asiática.

24 horas en un hotel Palace en París

Junto con sus salas de masaje, el Spa se compone de una piscina con luz natural de 17 metros impresionante, que da a una terraza verde exterior de 94 metros cuadrados, separada por unos enormes ventanales de cristal. Los tratamientos del Spa se basan en terapias tradicionales asiáticas, realmente sanadoras y cada una de ellas se adapta y customiza según las necesidades del cliente.

24 horas en un hotel Palace en París

Disfruto de un masaje corporal al CBD, ejecutado por las manos divinas de una terapeuta tailandesa y me desconecto por unos minutos del universo.

UNA CENA CON ESTRELLA MICHELÍN

Todo el lujo de los hoteles de gran categoría pasa por los sentidos. Y el gusto es uno de ellos. En el Shangri-La, comer no es alimentarse. Es experimentar cosas de otro planeta. Mi primer contacto con la oferta gastronómica del lugar se hace a lo grande, en el Shang Palace. Es el único restaurante chino con estrella Michelín de todo el país y el punto de encuentro de los sibaritas amantes de la comida asiática más selectos de la capital.

24 horas en un hotel Palace en París

Un restaurante asiático, versión ‘Palace’

Decorado con jarrones, pinturas, muros de madera tallada, con una moqueta colorida y lustres impresionantes, el restaurante me traslada al mundo oriental con delicadeza y elegancia. A mi alrededor, mesas redondas ocupadas por familias chinas, una pareja asiática vestida con sus mejores galas, una nieta y su abuelo japonés… Y todos comparten sus platos.

24 horas en un hotel Palace en París

Y tiene sentido, ya que la generosidad de la carta del Shang Palace, siguiendo la tradición culinaria del sudeste de China, dibuja una oferta generosa que te anima a querer probarlo todo.

Autenticidad y perfección culinaria

Samuel Lee, el chef ejecutivo del restaurante, es procedente de Hong Kong, al igual que todo su equipo. Crean platos impregnados de las sutilezas de la cocina tradicional de su región e infancia, con una materia prima inigualable, que son el resultado de un manejo impecable de la cocción, las combinaciones de sabores y de colores y de texturas.

La carta ofrece una gran variedad de platos a base de pescado, carne, verduras, dim sums al vapor y elegir es realmente complicado. Destacan su ensalada de pollo hilado con granada, su pato laqueado a la pekinesa, su bacalao braseado en una olla con jengibre y ajo, sus Dim sums con vieiras, gambas y verduras… y el arroz salteado del chef. De postre, su crema de Mango con granada y perlas de Sago es ya una tradición y uno de los platos más icónicos del restaurante. El servicio es absolutamente impecable y la atención elegancia y exquisitez de los camareros convierte la velada en un recuerdo imborrable.

EL DESAYUNO

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Despierto temprano, a pesar de haberme quedado sentada en la ventana de mi habitación hasta que la Torre Eiffel apagara sus luces en la noche anterior. Tras hacer un poco de deporte en el gimnasio del hotel, me dirijo hacia mi momento favorito: el desayuno.

En el Shangri-La, tiene lugar bajo una cúpula de cristal con un lustre rosado. Es el restaurante La Bauhinia. Aquí, el buffet no es gargantuesco ni infinito. Su tamaño es moderado. Es evidente: aquí, la calidad es lo importante.

24 horas en un hotel Palace en París

De cada lado de la espectacular escalera que da paso al salón del restaurante se encuentran dos mesas que presentan delicadas viennoiseries tradicionales francesas, una selección de panes artesanales y productos sin gluten, yogures, queso fresco, ensalada de frutas y otras delicias dulces. Además de esa selección, tengo derecho a pedir platos preparados en el momento y bebidas, que puedo seleccionar en la carta que me espera en mi mesa. Me decanto por una tortilla deliciosa y un colorido plato de frutas tropicales.

UN TRATO EXCEPCIONAL

Hospedarme en el Shangri-La de París fue mucho más que alojarme en un palacio. Fue un viaje en el tiempo, un viaje a otra dimensión, una estancia en otro planeta, con otra identidad. Fui princesa por un día. Lo fui, por supuesto, por la exclusividad del lugar, por la riqueza de los materiales y de las instalaciones, por la exquisitez de la oferta gastronómica… pero sobre todo por una cosa que no se puede ni ver, ni fotografiar.

24 horas en un hotel Palace en París

Lo que hizo que todo fuera tan especial, como siempre, fueron las personas. Cada uno de los miembros del equipo del hotel ejercieron un trato tan impecable, tan elegante, tan atento, sonriente y especial que no encuentro las palabras adecuadas. En el Shangri-La, te llaman por tu nombre porque se lo saben, te atienden con esa elegancia parisina inimitable, te sonríen, te ayudan, te dan todo lo que necesitas al instante.

24 horas en un hotel Palace en París

Termino mi estancia en La Bauhinia, cuya carta de comidas y cenas celebra el mar. Degusto una ensalada de bogavante, un plato de pulpo que se derrite en la boca y la lubina más sabrosa y fresca que haya probado. Yo nunca pido postre. Pero no hacerlo aquí sería pecado. Me decanto por el Mille Feuilles reinventado por el maestro pastelero Maxence Barbot. Mientras lo saboreo, me despido lentamente de este sueño de días, agradecida por lo vivido durante 24 horas en un hotel Palace en París.