Moda

Los ves en los smoothies, en los boles de desayuno con estética Pinterest, en tartas que parecen sacadas de una pastelería nórdica y hasta en productos de cosmética. Pero más allá del marketing bonito, los arándanos son pequeñas bombas de salud que deberías tener siempre en la nevera (o el congelador).
Sí, son fotogénicos. Pero también son un superalimento de verdad, no de esos que lo parecen solo por su nombre en inglés.
Cerebro activo, memoria feliz
Los arándanos tienen fama de cuidar el cerebro y, sorpresa: no es un mito. Diversos estudios han demostrado que su alto contenido en antocianinas (unos antioxidantes de nombre raro pero efecto real) ayuda a mejorar la memoria, la concentración y a ralentizar el deterioro cognitivo.
¿Traducción? Mejor para el multitasking diario y para recordar dónde dejaste las llaves (o el cargador del móvil).
Corazón contento
Consumir arándanos de forma regular puede ayudar a reducir la presión arterial y mejorar la circulación. Son aliados del sistema cardiovascular porque ayudan a mantener las arterias jóvenes y flexibles.
¿Un puñado al día? No suena mal si piensas que es como una dosis de cardio, pero sin sudar.
Refuerzo para tu sistema inmunológico
Su altísimo contenido en vitamina C los convierte en un básico para esos días en los que notas que “te estás empezando a acatarrar”. Y como no hay nada más chic que estar sana (y sin pañuelos en el bolso), los arándanos son tu must de temporada.
Son antiinflamatorios (y no solo por dentro)
Sus antioxidantes ayudan a combatir la inflamación desde dentro, pero también mejoran la piel, combaten el envejecimiento celular y potencian el brillo natural. Sí, ese “glow buena cara” que tanto perseguimos en sérums y cremas.
Un bol de arándanos al día y tu piel puede empezar a tomarse vacaciones de tanto producto.
Pocas calorías, muchos beneficios
100 gramos de arándanos tienen unas 57 calorías, pero sacian más que muchos snacks ultra procesados. Son perfectos si estás cuidando tu alimentación o simplemente quieres un tentempié dulce sin remordimientos (y sin envoltorios de plástico).
¿Frescos o congelados?
Ambos. Los frescos son ideales para comer al natural o decorar platos bonitos. Los congelados conservan prácticamente todos sus nutrientes y son perfectos para batidos, repostería o incluso como hielo comestible.
Consejo de insider: mezcla arándanos congelados con yogur griego y un chorrito de miel. Tu merienda te lo va a agradecer.
Ideas para integrarlos sin esfuerzo
- En tostadas con queso crema o ricotta.
- En ensaladas con rúcula, nueces y queso de cabra.
- Como topping de gachas, smoothies o bowls.
- Mezclados con chocolate negro en una merienda muy feel good.
- En una copa de vino blanco helado. Sí, lo dijimos.
Pequeños, versátiles, bonitos y llenos de beneficios: los arándanos lo tienen todo para convertirse en el básico saludable de tu cocina. Son como el vestido negro de los superalimentos: discretos, elegantes, y siempre funcionan.
Y si alguien te pregunta por qué los comes todos los días, ya tienes respuesta: porque cuidarse puede ser tan delicioso como estéticamente impecable.
*Imágenes: Pexels