Fashion month comenzó con la presentación AW19 de Tom Ford y el diseñador nos deleitó con una continuación a su Gucci noventero.

Tom Ford fue tan lejos como a los 2000 para su entrega AW19. Esa primera década de adaptación al nuevo siglo que catapultó la cultura pop a su máximo esplendor pero que también la moda aseguró un lugar celestial. En esta ocasión, el estadounidense de 37 años se volcó en la fantasía de una segunda parte, como si se tratara de una continuación a su sensual Gucci de los noventa. Siluetas andróginas en los colores más glamurosos y, al final vestidos de impacto que desatan una personalidad pícara.

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¿En quién estaba pensando Ford cuando comenzó la colección? El cliente de su firma homónima es amante de las piezas imprescindibles. El street style no es parte de su idea predeterminada para lucir su buen gusto. Contrario a esto, es el tipo de personalidad que su escenario real son las galas benéficas y fiestas privadas en alguna mansión de Beverly Hills. De ahí, entonces, se componen los últimos vestidos: una serie catalizadora que inspira la sensualidad innata de la estética de Ford.

Las texturas fueron abordadas con variedad; había terciopelos, lustrosos satines y faux fur en abrigos y bomber jackets. Luego estuvieron los accesorios que, recordemos, hace un año el diseñador nos regalo un arsenal de objetos relevantes a los tiempos de #MeToo. Sin embargo, en esta ocasión lo limitó a ugly hats ideales para el clima invernal y boinas, bufandas, unas cuantas maletas para el jet-setter y bolsos muy discretos. ¿La sorpresa? Esos pumps aterciopelados o decorados con diamantina que incluían una sutil plataforma.

Cuando partimos de una discusión enfocada a la elegancia, Tom Ford tiene la respuesta. Después de todo fue él quien propagó el término y lo fusionó con carnalidad. Y aquí, como la continuación a sus noventa y a su Gucci, el diseñadora dejó fluir la intimidad para reafirmar su lugar una vez más.

*IMAGEN: Mondadori Photo