Miuccia Prada ha estado absorbiendo lo que el cliente actual quiere: minimalismo. Las calles de las capitales de la moda —Nueva York, Londres, Milán y París— y las emergentes como Copenhague, están inundadas de estrellas que ahora buscan simplicidad —por eso firmas como The Row han logrado incrementar su impacto. Con ello, la estética de Prada forjada en los años noventa regresó para SS20. Esta vez la italiana se limitó en los estampados, optando por siluetas crudas en tonos neutros —trajes en lino con botones mayúsculos de nácar y el vestido básico para el verano.

Esta temporada la mujer de la firma regresó en el tiempo a los años cuarenta y logró inyectarle una vibra especial que alude a los sesenta. Hubieron algunos guiños a los inicios de la indumentaria italiana con prendas que emularon las tradicionales siluetas romanas y el neoclasicismo. En la mente creativa de Miuccia, esto se fusionó para imaginar el sueño millennial alejado de la idea principal del lujo. Después de todo fue justo el negocio de hacer moda lo que ahora tiene tambaleando a toda una industria, y la italiana y su esposo Patrizio Bertelli son el dúo disyuntivo. Peleando contra el capitalismo, cimentado a finales del siglo pasado por los conglomerados, Prada sigue en constante búsqueda de un camino que la aleje de ese mismo autosabojate; y parece ser que el minimalismo converge esa simpleza que hoy está presente en todos lados. Para la diseñadora, esto fue la exploración de prendas trascendentales o atemporales —el sinónimo que quieras utilizar.

Los detalles de la colección hablan por sí solos: brocados y jacquards contrastados con conchas marinas y bordados en lentejuelas que formaban un par de hojas de palma, se sintieron frescos junto a los linos y satines delgados. En faux leather, reafirmando su compromiso con el planeta, conquistaron unos cuantos trajes sastres. Y finalmente las prendas en punto con gráficos caleidoscópicos fueron la cereza del pastel al humor retro.

En las pasarelas de la firma no solo basta con mirar de cerca las prendas ni los accesorios, sino analizar el escenario que normalmente es concebido por los artistas que la Fondazione Prada acoge y apoya. Rem Koolhaas, quien diseñó un espacio completamente “Instagrameable” con azulejos y figuras geométricas, estuvo una vez más a cargo de llevar la visión de la creativa a un espacio sin igual —pues es ahí donde el verdadero poder de las redes sociales nace.

Siendo honesta, Prada volvió a encantar a sus asistentes. Y es que aunque haya reportado bajas en ventas durante los últimos años, de acuerdo con Elizabeth Paton de The New York Times, el futuro está en estas últimas colecciones con causa y que maravillan a la verdadera tribuna: los millennials.

*IMAGEN: Getty Images