Ha sido emitida en España 20 veces en abierto y más de 130 en canales por cable. Aún así, sigue siendo lo más visto cada vez que la reponen no podemos evitarlo y eso son varias veces al año, porque la cinta cumple este mes nada más y nada menos que un cuarto de siglo.

El 23 de marzo de 1990 se estrenaba en las salas norteamericanas Pretty Woman (no llegaría a España hasta octubre del mismo año). Entonces Richard Gere ya era conocido por Oficial y Caballero (1982), pero Julia Roberts era prácticamente una recién llegada a la que Hollywood acababa de descubrir en Magnolias de Acero. Una película bastó para convertirla en la novia de América y forjar la leyenda.

Pero, ¿por qué nos sigue gustando verla una y otra y otra vez? Posiblemente porque, como se ha dicho hasta la saciedad, en realidad Pretty Woman no es más que la actualización del cuento de la Cenicienta. ¿O no?

© Cordon Press
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1. Porque todo empieza con un zapato.

Pero no un zapato cualquiera… El Manolo Blahnik de los cuentos de hadas, ¡el Louboutin de las princesas! Ambas, Cenicienta y Vivian Ward, acostumbradas a llevar botas o escarpines gastados, o peor aún copias de Aliexpress, se mueren por él. Porque un zapato es un símbolo de un status que sienta bien a cualquiera (aunque Cenicienta es de número pequeño y Julia afirma tener un 39 lo que me deja a mí, con mi 41 a la altura del mismo Bigfoot).

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2. Y con un medio de transporte molón.

Puestos a elegir, ¿la carroza-calabaza o un Lotus? Veamos pros y contras: ¿cabrán ambos en el parking de Carrefour? ¿Cómo quedará el ambientador con forma de pino colgado del retrovisor interior? Esperad, ¿una calabaza tiene retrovisor? Porque ahí las sillas de los niños no, ¿verdad?

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3. Trata de una chica que -todavía- no ha encontrado el trabajo de su vida…

Pues no, porque lo de ser chacha o prostituta señorita que fuma no parece ser el sueño de la vida de ninguna de las dos, aunque también es verdad que lo afrontan con diferente espíritu: Cenicienta, por alguna extraña razón, se levanta cantando. En ese sentido Vivian es mucho más normal (quizá por ser de carne y hueso y no tener pajarillos a su lado) y se levanta como hacemos casi todas, maldiciendo al despertador.

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4. …y de uno que pasaba por ahí.

Guapo. Y de los que pone ojitos.

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5. Puntualicemos: uno que pasaba por ahí CON DINERO.

Sí, esa es la madre del cordero. Porque además de estar como un queso (por favor, pensad en el Richard Gere de los 90, no en el actual que se ha vuelto zen), está podrido de dinero. Tan podrido de dinero y tan guapo que conseguimos olvidarnos de que ella es una prostituta señorita que fuma y él se va con ella pagándole. Para charlar hasta el amanecer y jugar al parchís. Claro, claro…

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6. Él en el fondo sabe que aunque ella vista fatal…

¡Pero fatal fatal! Porque en 1990 todavía no había blogs de moda.

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7. …debajo de toda esa roña…

…que es de atrezzo, como la de Viggo Mortensen en El Señor de los Anillos. Ese tipo de roña que no huele, no es pegajosa y hasta da un aire de misterio. En el caso de Viggo suele estar mucho más guapo sucio. Cenicienta y Vivian pueden ducharse si quieren. O darse un baño de espuma, en el caso de la última, que para eso está alojada en un cinco estrellas.

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8. …y después de arreglarse…

Oye, en un pispás, y además, tanto que nadie las reconoce. Julia pase pero vamos-no-me-fastidies que las hermanastras de Cenicienta no se dan cuenta de que ahí hay gato encerrado.

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9. …hay una mujer decente.

Una mujer que exhala un halo de respetabilidad allá por donde va. Guapa, limpia, arreglada y con ropas que gritan ¡soy decente! ¡Estoy buena pero soy decente!

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10. Aunque no somos quién para comparar a un hada madrina con Rodeo Drive.

¿Quién no ha deseado con quince años ser Pretty Woman y que se gasten un pastizal indecente en nosotras? ¡Que le den al hada madrina! ¡Que viva la VISA! (Y si puede sonar Roy Orbison de fondo mientras gastas como si no hubiese un mañana, mejor, que se compra con otra alegría).

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11. Ambas son muy de bailar.

A Cenicienta el príncipe no la conoce de nada, pero se enamora de ella apenas la ve llegar, a tres leguas de distancia. Amor a primera vista… de pájaro, en este caso. Y bailan el vals extasiados, como está mandado en los cuentos de hadas.

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12. Aunque que cada una «baila» lo que mejor se le da.

… quien dice vals para Cenicienta dice «mambo», «pachanga» o llámalo equis para Vivian. A las tres de la mañana y sobre un piano de cola, porque yo lo valgo. ¡Otro como Christian Grey, un virtuoso del piano atormentado!

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13. Hay malos muy malos.

Algunos no pueden disimular lo que son, porque a la madrastra de Cenicienta se la ve venir y se nota que no es trigo limpio desde el minuto cero, pero al abogado de Richard Gere cuesta un poco más desenmascararlo.

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14. También amigos.

Es curioso porque en ambas  películas se da la dualidad amigo listo – amigo tonto poco espabilado, sean animales o personas. ¡Adivinad en qué categoría se enclava el ascensorista!

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15. Hay princesas que huyen.

Como si le fuera la vida en ello, o como si la vida que le esperase fuese la pera limonera ¡hombreya!

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Pero al final, toca un felices para siempre: Cenicienta con el pan-sin-sal del príncipe y Vivian con el que «por casualidad» acabó montándoselo con una prostituta señorita de vida disipada, pero guapa, lista, y muy «enseñable», así, como el que luce un sombrero.

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Lo que nos gusta a las mujeres una redención y un hombre con tan buena planta como Gere