Beatrice Borromeo (18 de agosto de 1985) ha sabido equilibrar su herencia aristocrática y las posibilidades que le brinda la fortuna familiar con una vida más mundana en la que viaja en Vespa y ‘se moja’ por valores sociales y feministas. Mantenerlo tras su próxima boda con Pierre Casiragui se ha convertido en su mayor desafío.

O mejor dicho, y si queremos hablar con propiedad, tras sus bodasDos citas en un lapso de una semana: primero el enlace civil, en Mónaco (en el Palacio del Principado), el próximo 25 de julio. Siete días más tarde, el 1 de agosto, la ceremonia religiosa en el lago Maggiore, al norte de Italia. Concretamente en una de las islas Borromeas, propiedad de la familia de la novia.

Pierre y Beatrice, embajadores permanentes del look preppy. / © Getty Images
Pierre y Beatrice, embajadores permanentes del look preppy. © Getty Images

La vida de esta tirolesa de 30 años parecía estar llamada a una huída continua de su árbol genealógico. Hija del conde Carlo Borromeo y de la también aristócrata Paola Marzotto, de la que ha heredado unos genes más que envidiables, supo equilibrar las oportunidades que le daba formar parte de una de las familias más adineradas de Italia con su deseo de independencia económica y profesional.

Así, durante años ha reivindicado su formación (se licenció en Derecho y Periodismo en la Bocconi de Milán y remató con un máster en Columbia), su viejo ciclomotor para moverse por Milán y su trabajo a jornada completa como redactora de información política en el diario digital Il Fatto Quotidiano, de una marcada línea editorial progresista. Sin embargo, esta apuesta por despegarse del cliché de lujos, yates y fiestas en la playa (todo lo que nos recuerda a Paris Hilton o a las Kardashian) se le complicó –¡y de qué manera!– al enamorarse en 2008 de su compañero de facultad Pierre Casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi, o lo que es lo mismo: nobleza y negocios millonarios unidos de nuevo bajo una genética envidiable.

Beatrice quería alejarse de todo lo que sonara a sangre azul, pero llegó el amor y se le estropeó el plan. ©Getty Images
Beatrice quería alejarse de todo lo que sonara a sangre azul, pero llegó el amor y se le estropeó el plan. © Getty Images

La familia

Ambos tienen en común una historia familiar, cuanto menos, diferente. Ella es la benjamina de cuatro hermanos: Isabella, Lavinia, Carlo y Matilde (aunque solo con Carlo comparte madre y padre). Gracias a los matrimonios de sus hermanastros está emparentada con el empresario del petróleo Ugo Brachetti Peretti, con John Elkann, presidente de Fiat y con la diseñadora Marta Ferri, esposa de Carlo. Por eso, pocas cenas de Nochebuena son capaces de competir en glamour con las de la familia Borromeo.

Tras su compromiso, la agenda de la condesa Beatrice se comenzó a llenar de actos como el Baile de la Rosa o las bodas de las casas reales europeas; y en su círculo de amistades ocupa ahora un lugar destacado su cuñada, Carlota Casiraghi, con la que la sintonía parece ser perfecta. Lo demostraron por ejemplo en el Anema e Core de Guido Lembo, en Capri, donde ‘lo dieron todo’ el pasado verano.

Las cuñadas más guapas de toda Francia bailan con un chipirón relleno de Lily Allen. / @ Getty Images
Las cuñadas más célebres de Mónaco bailan con un chipirón relleno de Lily Allen. En la pasada edición del Baile de la Rosa. © Getty Images

La mafia

Pero si algo ha sabido demostrar la joven italiana es que puede vivir con soltura en diferentes mundos sin despeinarse. El último ejemplo lo pudimos ver el pasado 6 de marzo, cuando se estrenó en un canal de la televisión italiana su documental Lady Ndrangheta. En él cuenta el importante papel de las mujeres de la mafia calabresa en el complejo entramado de drogas, asesinatos y vendettas familiares. Beatrice comenzó a prepararlo hace un par de años mientras cursaba su máster en comunicación en la Universidad de Columbia (en Nueva York). “Me estremeció la crueldad con la que ordenaban matar a otras personas”, declaró. Tras su cámara y su grabadora pasaron durante meses algunas de las matriarcas más importantes; y no son pocos las que ya la consideran la nueva Roberto Saviano, el amenazado autor de Gomorra.

Los meses que estuvo en Nueva York estudiando el máster los recuerda con nostalgia; allí fue donde más pudo entregarse a su pasión periodística en el anonimato, sin que nadie le recordara sus apellidos. “Sencillamente, no sabían quién era”, explica. Tampoco sabían que Borromeo fue, desde la tribuna de su diario, uno de los azotes más mediáticos que soportó Silvio Berlusconi durante el escándalo de las velinas: “Berlusconi odia a las mujeres. Las teme. Las acepta solo si no hacen preguntas, si no le aburren con sus ideas”, escribió en Il Fatto Quotidiano.

Beatrice y Pierre en la boda del heredero de Getty Images. / © Getty Images
Beatrice y Pierre en la boda de Joseph Getty y Sabine Ghanem el pasado mes de mayo, en Roma. © Cordon Press

La moda y el periodismo

Antes de cumplir la mayoría de edad ya había desfilado para Chanel, Roberto Cavalli, Paul Smith, Valentino o Roccobarocco (vestida de novia). También mantiene muy buena relación con la casa Armani, firma de la que se ha convertido en una de las mejores embajadoras. Aunque la moda, como Beatrice se apresuró a dejar claro, fue solo un pasatiempo y una manera de ganar algo de dinero antes de comenzar la universidad. Precisamente cursando la licenciatura en Derecho y Economía en Bocconi conoció a su príncipe.

Pierre es el primero que la anima a seguir con sus proyectos periodísticos y profesionales. © Getty Images
Pierre es el primero que la anima a seguir con sus proyectos periodísticos y profesionales. © Getty Images

Según la propia Beatrice, Pierre es el primero que la anima a seguir con sus proyectos periodísticos y profesionales. Trata de desmentir así los rumores acerca de la petición desde la Casa Grimaldi de que abandone su carrera como cronista política. Y es que en Mónaco, especialmente a Carolina, parece gustar mucho la ambición por la independencia profesional y económica de la italiana… pero no tanto en qué dirección dirige sus esfuerzos.

Especialmente si se trata de torpedear a la propia aristocracia. “Ganar un juicio siempre es agradable, pero contra Víctor Manuel de Saboya el placer es doble”, escribió el pasado marzo en su cuenta de Twitter tras conocerse el fallo a favor de ella y su diario. Fueron demandados tras volver a sacar a la luz un caso de 1978 que involucraba al aristócrata y que acabó con un homicidio. Sus palabras dieron pie a una discusión con Filiberto de Saboya, hijo del aludido, que usó la misma red social para llamarla “inútil”.

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Beatrice Borromeo y Roberta Armani, dos generaciones de hechuras italianas. / © Getty Images

El lujo y la sencillez

Afirma que ella y su futuro esposo “no son de hoteles de cinco estrellas”. Con Pierre pasó su último fin de año de solteros en Marruecos, durmiendo en una tienda de campaña. “Nunca en mi vida he pasado tanto frío”, declaró a una revista. Sin embargo, poco después iría con él a la isla caribeña de Antigua para verlo participar en una regata, a los desfiles de moda de París y a Abu Dabi, a ver el despegue del primer avión solar.

Si no fuera por episodios como el de los Saboya o el documental sobre la mafia calabresa, todo apuntaría a que Beatrice se ha dejado seducir estos meses previos a la boda por los brillos de la vida de alto standing de la que siempre rehuyó. El tiempo dirá si sabrá seguir manejando como hasta ahora el equilibrio entre ambos mundos o si, definitivamente, caerá en los brazos de la jet set. El periodismo italiano perderá a una buena pluma, pero en el mundo de la moda y el lujo ya se frotan las manos…