Hoy, día 22 de abril es el día de la Tierra y, sí, tenemos un problema. Tenemos muchos. Pero tenemos uno enorme, tanto como el propio Planeta, tanto como su protección. Y eso no es un temita de unos pocos; es un temazo de todos y para todos. Y no, no solo como suele decirse para dejar un espacio mejor a nuestros hijos y nuestros nietos, no solo, yo también lo quiero mejor y me lo merezco. Como dice la campaña de Ecoalf desde hace años porque no hay un planeta “b”, aunque tal vez si pueda existir y tu y yo seamos capaces de crearlo.

En realidad, no podemos responsabilizarnos como consumidores de todo lo que ocurre medioambientalmente hablando relacionado con lo que comemos, donde vivimos, como nos movemos o como vestimos. No es nuestra la responsabilidad total, pero, como dice, cada palo que aguante su vela. Y a todos nos corresponde por lo menos uno. Desde luego, de la misma manera que decimos que la felicidad como un todo no existe, sino que existen momentos de felicidad, pequeños o grandes, la sostenibilidad como un todo es una quimera de momento, compuesta por pequeños actos capaces de construir un universo sostenible. Y sí, ahí sí tenemos más que una palabra y más que un hecho del que dar cuenta.

Somos cada vez más conscientes del la importancia de comer productos de temporada o de kilómetro cero. Nos cuesta,porque nos cuesta…, que sí, que a todos, prescindir del plástico hecho bolsa, pero se va consiguiendo. También renunciar a las botellas de agua, pero poco a poco; yo doy tanto la matraca que ya hay lugares en los que por no oírme las retiran. Eso sí, el otro día me enteré de que alternativas como la del brick no son tal, porque ahí hay como poco plástico y metales…

Vivir en lugares donde se respira más aire puro se convierte en un deseo o como poco en un objetivo, especialmente después de lo vivido en el confinamiento. El transporte colectivo, el uso de las bicicletas son los grandes retos de muchas ciudades que están reformulando su urbanismo para facilitar esa opción, porque la del coche por la ciudad es cada vez más un sinsentido. De esos planes poco podemos decir como ciudadanos, más allá de las opciones electorales. Pero en lo que sí podemos poner nuestro voto es en la opción coche eléctrico, que cada vez será o puedo decir que es una mejor alternativa, aunque sea pasando por el híbrido. Tanto, que he sabido incluso de una empresa que se está especializando en cambiar motores de combustible por los eléctricos, que eso sí que es economía circular.

En cuanto a la ropa, bastaría con que consumiéramos más veces la que tenemos, que usamos una media de quince puestas. Bastaría también con aprender el arte de la reparación, o tomar la costumbre de hacerla reparar. Bastaría con darle segundas vidas, vía el intercambio, el alquiler o directamente la venta de segunda mano, tal y como preconiza la fundación Ellen MacArthur, está mujer a la que tanto tenemos que agradecer por haber puesto sobre la mesa y haber teorizado sobre la economía circular. El sistema tal y como está concebido de extraer, usar y tirar ha de pasar al de reciclaje y circularidad, más allá del uso de materiales y tecnología  también destinados a esta filosofía.

Como ya he dicho y como se dice abierta y continuamente, son los usos en general, para todo y para todos. Por eso, quedé enamorada de un proyecto completamente sostenible de un hombre que lleva muchos años golpeando el corazón, la mente y la conciencia de millones de personas en el mundo, Miguel Ángel Tobías. Si, si, hablo del productor y director de documentales sociales y también del creador de una fórmula híper repetida y replicada como es la de Españoles por el mundo.

Hace un par de días , explicando su nuevo proyecto Generación Sliving (algo así como generación viviendo Sostenible), nos contó a un grupo de mujeres WAS  su periplo para realizar una película completamente sostenible y con huella de carbono cero. El filme no está estrenado pero es un hito. El secreto de Ibosim es un hito en la historia del cine, no por su contenido que al fin y al cabo está centrado en un lugar maravilloso pero también muy conocido, como es Ibiza. Es y va a ser una película muy especial por estar realizada de forma cien por cien sostenible.

Presentada en el Festival  de cine de Málaga, en su edición de 2020, se distribuirá espero que pronto. Su fórmula será una manera de mostrar al mundo que cuando se quiere se puede. Como el mismo dijo, “luchar contra cambio climático no es algo que pueda decidir un gobierno o una empresa solo ni siquiera los ciudadanos solos.  Solo se puede hacer todos a una”. Tobías, que acaba de presentar “Un viaje interior”, realizó “El secreto de Ibosim” utilizando solo vehículos eléctricos, con catering ecológico y de kilómetro cero, pero es que además no se desperdiciaba una miga; no se reponía catering hasta que no se acababa completamente. Es obvio que no había plástico, la ropa era reciclada o de segunda mano… Nadie se movió en avión, solo se usó el barco entre península e isla. Y lógicamente, con un escenario natural como el de Ibiza,  no se construyó decorado alguno.

Con un presupuesto un 20 por ciento superior al de una película realizada convencionalmente, me gusta hablar de esta que primero se pensó sostenible, antes de crear el guión, precisamente en un día en el que todos apelamos a la madre tierra.

*Imagen: Unsplash