18 de las 20 modelos mejor pagadas 2016 habían desfilado al menos en una ocasión para Victoria’s Secret*. Un dato que, como cualquiera que tenga que ver con el olimpo de la firma de lencería, no es casual.

Hasta hace no tanto el trabajo de una modelo consistía en desfilar, posar o hacer acto de presencia frente a un photocall. Algunas no se levantaban por menos de 100.000 dólares y otras ni soñaban con ingresar esa cifra durante todos sus años desfilando. En cualquier caso, el trabajo era trabajo y al final del día se desvanecía con los restos de maquillaje, algo que ha dejado de ser posible en la era de Instagram… y especialmente si hablamos de los ángeles de Victoria’s Secret: embajadoras de la ‘perfección’ a tiempo completo.

Alessandra Ambrosio ha cumplido esta edición 17 años desfilando para la marca de lencería (y dicen los ‘insiders’ que podría haber sido su despedida). © Getty Images

Si antes las modelos eran literalmente maniquíes sobre las que colocar productos para vender, hoy ellas son el producto. ¿O acaso alguien es capaz de recordar cinco prendas del desfile de lencería del lunes? ¿Y diez nombres de los que han caminado sobre la pasarela reluciente? A nadie le importa la ropa en sí, el público seguidor de la marca quiere ser ellas y al igual que un bolso es la prenda aspiracional para una firma de lujo, para la casa americana son sus ángeles. Es decir, hoy en día cualquiera puede tener una de sus braguitas, pero lo importante es hacer desear el pack completo.

Esta compleja maniobra de marketing no se consigue de la noche a la mañana, por eso detrás de cada una de las modelos que se han contoneado en Shanghái hay una estudiada estrategia y un nombre propio: Ed Razek, director creativo y de marketing de la casa.

“Todas estas modelos serían las más atractivas que un hombre haya podido ver, los hombres son fáciles de complacer, pero además las mujeres tienen que decir ‘quiero ser así, quiero tener ese espíritu, esa confianza y esa fuerza’”, confesaba a Forbes Razek, precisamente uno de los responsables del canon de belleza ilusorio al que estamos sometidas las mujeres. “Queremos mujeres optimistas y felices que se apoyen unas a otras”, añadía, transformando la sororidad en éxito comercial y haciendo piruetas mentales para alejarse de cualquier connotación machista. Pero ese melón lo abrimos otro día.

Karolina Kurkova, Tyra Banks, Heidi Klum, Gisele Bundchen y Adriana Lima en la novena edición del desfile, en 2003. © Getty Images

Pero ¿qué requisitos busca la etiqueta en una modelo para elevarla a la categoría de ángel? Según revelaba el propio director creativo a Glamour USA, es imprescindible una imagen que encaje con su filosofía que “es sexy, pero no porno; las chicas deben poder ser adorables cuando sonríen pero también rotundas e indomables cuando sea necesario”. Además, la personalidad y la actitud son fundamentales en una era en la que las modelos se muestran tal cual son a diario en sus redes, sin el filtro de ningún publicista: “No busco divas”, cuenta, tampoco cinismo, escándalos ni malas conductas. “¿Aquellas producciones salvajes de los 80 en las que todos fumaban y se drogaban?”, se pregunta el creativo, eso no pasa en los estudios de la enseña. “Nadie hace eso. Nadie se acuesta tarde. Nadie viene a trabajar con resaca”, porque, no olvidemos, sus chicas no son diablesas, sino ángeles. Sexualizados, sí, pero ángeles al fin y al cabo, sin ninguna mancha en su historial.

De esto se encarga muy concienzudamente el equipo de Razek, que rastrea los pasados de las modelos que finalmente acceden al casting final: unas 100 mujeres (de las que salen elegidas 50) con unos feeds tan limpios como los poros de sus perfectas narices. A una indignada maniquí que no pasó el corte el año pasado le recriminó su mala actitud: “Cada vez que veo una foto tuya en una discoteca por la noche, pienso que Adriana Lima ha estado saltando la cuerda durante tres horas”, recordaba. Porque en los mundos de Victoria’s Secret la autorrealización llega a golpe de sentadilla; quizá una interpretación 2.0 (y con purpurina) de aquella herencia católica de la penitencia y la autoflagelación. Así el mensaje final de la firma es claro: la que no tiene un cuerpo de ángel es porque no quiere o no se esfuerza lo suficiente. Y la que no consigue las alas, igual.

El carrusel final del desfile de 2016 que se celebró en el Grand Palais en París. © Getty Images

Ese esfuerzo y dedicación son precisamente dos más de las exigencias de la marca que ha saltado del “tengo este cuerpo porque solo ingiero agua” a un mucho más políticamente correcto “tengo este cuerpo porque entreno hercúleamente dos veces al día”. Un esfuerzo que, por supuesto, queda documentado en Instagram bajo el hashtag #Trainlikeanangel.

Una maniobra estudiada para hacer de cada protagonista una marca personal que amplifique el mensaje que, a su vez, es elevado al infinito al contonearse en el desfile más visto del año. Una cita capaz de ascender a los cielos de la industria a cualquier modelo que cumpla todas las exigencias, con más poder del que nunca tuvieron nombres como Prada, Meisel o Lindbergh (todos juntos); y si no, que le pregunten por ejemplo a Taylor Hill, que tras ser catapultada por Ed Razek se convirtió en imagen de Lancôme (con todos los ceros en la cuenta corriente que trae un contrato con una firma de belleza) y desde entonces ha participado en las campañas de casas como Miu Miu, Versace, Carolina Herrera, Michael Kors, Karl Lagerfeld, Jimmy Choo… O a su compañera, Sara Sampaio, que debutó de la mano de Victoria’s Secret para después firmar contratos con Armani, Pinko, Adidas o Maybelline.

Porque estos ángeles venden: venden lencería pero también su imagen y un estilo de vida perfecta al que aspirar y por el que millones de espectadores han suspirado y suspirarán dentro de dos semanas, cuando se emita la versión completa del desfile el próximo 28 de noviembre.

Todas las imágenes del desfile 2017, AQUÍ.

Las 55 modelos elegidas para el desfile de este año. © Getty Images

* Para curiosos: del ránking de modelos mejor pagadas solo se han resistido a los tentáculos de Ed Razek Kate Moss y Natalia Vodianova. Ambas por razones evidentes.