Meryl Streep no vestirá de Chanel en la próxima ceremonia de entrega de los Oscar el domingo, pese a tener un vestido Alta Costura hecho a medida para ella. La genial actriz se enamoró de una de las últimas creaciones de Karl Lagerfeld para la maison parisina y su equipo se puso en contacto para que se lo preparasen y todo estuviera listo para la gran noche. Un modelo de seda gris estampado, de la colección costura primavera-verano 2017 que la casa presentó en París el pasado mes de enero, al que la actriz pidió que le redujeran el escote.

Hasta aquí todo bien, peeeeeero…

Karl Lagerfeld está enfadado… y Karl Lagerfeld no es de los que se callan. © Getty Images

«Hice un boceto y empezamos a confeccionar el vestido», explica Lagerfeld (famoso por no callarse nada) en WWD. Pero unos días después les volvieron a llamar para decirles, en palabras de Karl: «No sigáis con el vestido. Hemos encontrado a alguien que nos paga», cita el diseñador. Una firma que pagará porque Meryl Streep se pasee por la alfombra roja de la noche y quizá recoja una estatuilla enfundada en su diseño.

Una práctica de lo más común, más todavía en la velada más mediática del año: la de los Oscar, en la que las firmas obtienen el equivalente a millones de dólares en notoriedad. En este sentido, famosos son los 20 millones (que podrían haber sido 15, que tampoco está mal) que Jennifer Lawrence se embolsó por un contrato de tres años con Dior en los que se ha paseado por medio mundo vestida de la firma.

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El problema es que Meryl ha dado con una de las pocas casas que no se atienen a normas. Porque Chanel tiene por política no pagar a las personalidades que quieran lucir sus vestidos «por muy importantes que sean». Ellos pueden permitírselo: «Tras regalarle un vestido que vale 100.000 euros, nos enteramos que tenemos que pagarla [para que se lo ponga]. Les damos los vestidos, los hacemos, pero no pagamos», explica un enfadado Lagerfeld que remata con: «Una actriz genial, pero también un poco barata, ¿no?».

¡Ay Karl, qué poco caballero ha sido largar esa información! Aunque lo cierto es que él, ni es caballero, ni falta le hace: él es el káiser y punto. Y no se rige por ninguna regla de ningún tipo (ni siquiera por las de cortesía). Claro que, también ha sido poco elegante por parte de Meryl (o de su equipo de estilistas) dejar a la maison prácticamente plantada en el altar.