Hábitos de alimentación hay muchos. Mindful eating es uno de ellos, y consiste en comer conscientemente y disfrutar del momento en que se lleva a cabo la alimentación, no solo llenar el estómago de comida cuando tienes hambre.

Esta práctica que está tomando más fuerza cada día, ayudará a tu organismo no solo a saber exactamente qué es lo que está consumiendo, sino a tomar decisiones alimentarias que te llevarán a un mayor bienestar.

“La alimentación consciente se deriva de la filosofía más amplia de la atención plena, una práctica generalizada y centenaria utilizada en muchas religiones. La atención plena es un enfoque intencional en los pensamientos, emociones y sensaciones físicas de uno en el momento presente. El objetivo de la atención plena es volverse más consciente de la situación y las elecciones propias, en lugar de reaccionar ante ellas”, explican los autores de una investigación de la Universidad de Harvard.

“Comer conscientemente significa que estás usando todos tus sentidos físicos y emocionales para experimentar y disfrutar las elecciones de alimentos que haces. Esto ayuda a aumentar la gratitud por la comida, lo que puede mejorar la experiencia general de comer. La alimentación consciente anima a uno a tomar decisiones que serán satisfactorias y nutritivas para el cuerpo. Sin embargo, desalienta el ‘juzgar’ los comportamientos alimentarios de uno, ya que existen diferentes tipos de experiencias alimentarias. A medida que nos hacemos más conscientes de nuestros hábitos alimenticios, podemos dar pasos hacia cambios de comportamiento que nos beneficiarán a nosotros mismos y a nuestro entorno”, añade.

De esta manera, la alimentación consciente se centra en las experiencias alimentarias, las sensaciones relacionadas con el cuerpo, y los pensamientos y sentimientos acerca de la comida, con una mayor conciencia y sin juzgar. 

Asimismo, esta alimentación consciente considera el espectro más amplio de la comida: de dónde provino, cómo se preparó y quién la preparó, y da cuenta de las señales internas y externas que afectan la cantidad que comemos. Al estar completamente presentes a la hora de comer, nos damos cuenta de cómo se ve, sabe, huele y se siente la comida en nuestro cuerpo mientras comemos y reconoce cómo nos sentimos después de comer. Finalmente, el Mindful eating tiene un componente social que nos impulsa a reflexionar sobre cómo nuestras elecciones de alimentos afectan nuestro entorno local y global.

Si quieres practicar Mindful eating, sigue estos siete pasos básicos:

1.- Honra a la comida. Da reconocimiento al lugar dónde se cultivaron los alimentos y quién preparó la comida. 

2.- Come sin distracciones para ayudar a profundizar la experiencia de comer.

3.- Involucra todos los sentidos. Escucha los sonidos, observa los colores, huele los olores, siente los sabores y texturas de la comida y cómo se siente al comer. Haz pausas periódicamente para involucrar estos sentidos.

4.- Sirve porciones moderadas. Esto puede ayudar a evitar comer en exceso y el desperdicio de alimentos. Elige un plato de tamaño moderado y sírvete solo una vez. Mientras comes, saborea cada bocado pequeño y mastica bien. Estas prácticas ayudan a ralentizar la comida y experimentar plenamente los sabores de la comida.

5.- Come despacio para evitar comer en exceso. Si comes despacio, es más probable que identifiques el momento en que ya te sientes satisfecha o cuándo estás casi llena y puedes dejar de comer.

6.- No te saltes las comidas. Pasar demasiado tiempo sin comer aumenta el riesgo de tener hambre fuerte, lo que puede conducir a la elección de alimentos más rápida y fácil, no siempre saludable ni consciente. Establecer un horario de comidas aproximadamente a la misma hora todos los días, así como planificar el tiempo suficiente para disfrutar de una comida o un refrigerio, reduce estos riesgos.

7.- Lleva una dieta basada en plantas, por tu salud y por la del planeta. Considera los efectos a largo plazo de comer ciertos alimentos. La carne procesada y las grasas saturadas están asociadas con un mayor riesgo de cáncer de colon y enfermedades cardíacas; mientras que la producción de alimentos de origen animal como la carne y los productos lácteos, tienen un mayor impacto en el medio ambiente que los alimentos de origen vegetal.