Moda

En esta edición de la Semana de la Moda de Milán, Max Mara confesó su fórmula para enfrentar climas y tensiones globales: ligereza + poder. Bajo la dirección creativa de Ian Griffiths, la maison presentó una colección que juega con volúmenes suaves, cortes estructurados y ecos de fantasía barroca. El resultado: una pasarela que respira —sin hacerse pesada— y propone elegancia con aristas.
Un guiño al rococó sin renunciar al minimalismo
Todas las referencias cultas convergen bajo un mismo pulso. Griffiths toma inspiración del siglo XVIII —Madame de Pompadour es musa conceptual para muchos looks— pero lo filtra a través de formas limpias y tejidos translúcidos. Organza cortada, gasas ligeras, geometrías sutiles: elementos decorativos que no abruman.
El desfile arrancó con prendas exteriores que tienen carácter: abrigos dobles (double-breasted) cuyos hombros se transforman con pliegues o volumen leve, como coronas arquitectónicas. Los cuerpos se aligeran con minifaldas de organza conformadas por piezas plegadas, mientras que jerséis ceñidos aparecen con tiras que sugieren corsetería moderna.
Contrastes de poder: masculino y femenino juntos
Max Mara apuesta nuevamente por el poder sutil. Las tonalidades clásicas del sello —camel y negro— dominan, con apenas un estampado Rococó en conchas y corales como excepción destacada.
La esencia del “power suit” reaparece: faldas lápiz de tela stretch, pantalones entallados, jerséis recortados que descubren el vientre ceñido con cinturones. Es el power dressing, pero con un gesto moderno y sensual. El estilo queda más pronunciado cuando la silueta se afina, pero Max Mara no teme al volumen: palazzos aparecen como guiño, sin desplazar el corte principal.
Volumen honesto y movimiento
Una de las grandes apuestas de esta colección es el volumen que respira, no que oprime. El uso de materiales ligeros, pliegues suaves y cortes que permiten movimiento (organizadamente) reflejan la búsqueda de un equilibrio entre presencia y comodidad.
Los pliegues sueltos, las faldas con vuelo contenido y los detalles “hoja” en organza que ondean suavemente conforman una estética etérea, sin prescindir de estructura ni intención.
Invitadas al desfile y atmósfera
Entre los asientos de honor se vio a actrices como Paz Vega, que acudió vistiendo traje masculino gris de doble botonadura, demostrando complicidad con el giro formal de la colección.
La banda sonora fue una mezcla calculada: música clásica reinventada con beats modernos, reforzando ese diálogo entre pasado y presente que late en la colección.
Qué nos deja para el armario real (versión Grazia)
- Invierte en abrigos tipo trench reimaginados: si tienen un toque de volumen o pliegue arquitectónico, mejor.
- Combina faldas ligeras de organza o gasas con jerséis ajustados; el contraste entre lo rígido y lo etéreo es una fórmula que funciona.
- Usa cinturones finos —quizá con tiras cruzadas— para acentuar la cintura sin rigidez.
- Prefiere tonalidades neutras, camello y negro, y reserva las piezas estampadas para detalles: pañuelos, linings, blusas interiores.
- No temas al volumen, pero que respire: pantalones palazzo suaves, faldas fluidas, capas ligeras.
Los 5 looks imprescindibles del desfile Max Mara SS26
El abrigo doble reinterpretado
Camel icónico con hombros estructurados y pliegues arquitectónicos. El clásico de la maison llevado a un terreno nuevo.
La minifalda de organza plegada
Liviana y escultórica a la vez, acompañada de un jersey ajustado con tiras cruzadas que recuerdan a un corsé.
El power suit negro
Falda lápiz entallada, cinturón fino marcando la cintura y americana de líneas puras. La definición contemporánea de poder silencioso.
El vestido rococó etéreo
Capas de gasa translúcida con motivos de conchas y corales. Un guiño histórico en clave minimal.
El palazzo ligero
Pantalón de gran caída en negro, combinado con top corto y cinturón cruzado. Ejemplo perfecto de volumen que respira.
Max Mara SS26 no relata un cuento barroco teatral, sino una fábula contemporánea: fuerza suave, estructura etérea, tradición reversionada. En Milán, la maison italiana reafirma que el lujo maduro no renuncia al juego ni a la levedad.