Cada otoño, Oviedo se viste de ceremonia, y España se detiene unos segundos para celebrar algo más que un premio: una manera de entender el mundo. Los Premios Princesa de Asturias no son una simple alfombra azul ni un desfile de nombres ilustres. Son una cita con la excelencia —esa que se cultiva a fuego lento, entre la ciencia, la cultura y el compromiso— y una declaración de principios sobre lo que aún merece ser aplaudido.

En un año donde el ruido mediático y la inmediatez parecen dictarlo todo, la edición 2025 llega como un recordatorio sereno de que hay otra forma de impacto: la que dejan las ideas, las obras y las trayectorias que iluminan a largo plazo. Desde pensadores que redefinen el sentido de la libertad hasta deportistas que rompen moldes, los premiados de este año conforman una radiografía brillante de lo que significa avanzar con propósito.

La edición 2025 arranca en un momento en el que el mundo pide detenerse para mirar con atención lo que perdura: el pensamiento crítico, la ciencia que cura, el arte que une, el deporte que transforma, la cooperación que salva. Y lo hace sumando una programación de más de 80 actividades entre el 16 y el 25 de octubre de 2025, en múltiples localidades asturianas —Oviedo, Gijón, Avilés, Colombres, San Martín del Rey Aurelio—.

Este enfoque “semana de los premios” demuestra que el galardón no es solo el acto de entrega: es la conversación pública que lo precede, lo acompaña y lo prolonga.

Los galardonados de este año

Comunicación y Humanidades: Byung-Chul Han

El filósofo surcoreano-alemán, autor de La sociedad del cansancio, es premiado por su mirada lúcida sobre la soledad digital, la hiperproductividad y la pérdida del silencio en nuestra era. Su obra ha cambiado el modo en que entendemos la intimidad y el tiempo.

Letras: Eduardo Mendoza

El escritor barcelonés recibe el premio por una carrera que ha combinado ironía, inteligencia y retrato social. Mendoza ha conseguido lo difícil: hacer literatura de lo cotidiano y convertir la risa en espejo. Su estilo, entre lo clásico y lo ácido, sigue siendo un punto de referencia en la narrativa española contemporánea.

Eduardo Mendoza

Ciencias Sociales: Douglas Massey

Sociólogo estadounidense especializado en migraciones y desigualdad social. Su investigación, tan rigurosa como humana, ha ayudado a comprender los movimientos migratorios no como amenaza, sino como reflejo de la evolución del mundo global.

Douglas Massey

Artes: Graciela Iturbide

La fotógrafa mexicana, una leyenda viva de la imagen, es reconocida por su capacidad para narrar lo invisible: lo cotidiano, lo ritual, lo indígena, lo femenino. Su lente convierte lo local en universal. Cada una de sus fotos parece un poema callado.

Graciela Iturbide

Deportes: Serena Williams

La deportista que redefinió la historia del tenis (y del deporte femenino) es distinguida por su carrera y su activismo. Serena no solo acumuló 23 títulos de Grand Slam: cambió la conversación sobre cuerpo, ambición y poder en el deporte.

Serena Williams

Concordia: Museo Nacional de Antropología de México

Un premio colectivo a la preservación cultural. La institución ha sido reconocida por su defensa de la identidad y la diversidad, por custodiar objetos que cuentan la historia del continente americano y por su papel educativo en un mundo que olvida con facilidad.

Museo Nacional de Antropología de México

Investigación Científica y Técnica: Mary-Claire King

Genetista estadounidense cuyo descubrimiento del gen BRCA1 transformó la prevención y diagnóstico del cáncer de mama. Su trabajo ha salvado miles de vidas y abrió camino para una ciencia más empática, más centrada en las personas.

Mary-Claire King

Cooperación Internacional: Mario Draghi

Ex primer ministro de Italia y ex presidente del Banco Central Europeo. Galardonado por su liderazgo en tiempos de crisis y por defender una Europa unida en torno a la estabilidad, la solidaridad y la sostenibilidad económica.

Mario Draghi

Los Premios Princesa de Asturias no son solo la entrega de galardones a figuras destacadas: son un espacio para encontrarse con lo esencial, reflexionar sobre los desafíos y aplaudir aquello que dota significado a lo que hacemos.

Una mirada al mundo desde Oviedo

Los Premios Princesa de Asturias nacieron para reconocer la excelencia, pero en 2025 se consolidan como un espejo global. Cada nombre refleja una corriente: la filosofía como resistencia al ruido, la ciencia como esperanza, la cultura como identidad y el deporte como empoderamiento. Además, muchos de los galardonados tienen impacto internacional, lo que sitúa a España (y Asturias) como plataforma mundial de reconocimiento.

Este año, la Fundación Princesa de Asturias refuerza además la dimensión pública del evento con más de 80 actividades paralelas —exposiciones, charlas, conciertos y encuentros con los premiados— que convierten Oviedo en un epicentro de diálogo, arte y conocimiento.

En un mundo donde todo se acelera, estos premios siguen apostando por lo esencial: personas que piensan, crean, investigan y construyen comunidad. Los Premios Princesa de Asturias 2025 ofrecen algo que cada vez cuesta más encontrar: ecos y efectos reales, no solo aplausos fugaces. Las actividades de esta semana prolongan el diálogo, lo abren al público y lo vuelven parte viva de la comunidad. Ver esos valores en acción —personas, ciencia, arte, deporte— es tan importante como ver el momento del galardón. Y en ese encuentro entre lo visible y lo vivido, radica el verdadero valor de esta edición.

RTVE ofrecerá la señal institucional de la solemne ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias

Lo que se premia en Asturias no son carreras individuales, sino una forma de estar en el mundo. Detrás de cada nombre hay una historia de disciplina, curiosidad y coherencia. Y quizás por eso, cada otoño, los focos apuntan a Oviedo: porque allí, entre la niebla y los aplausos, el talento se vuelve legado.  Y que en esa línea —entre lo íntimo y lo global, entre lo personal y lo colectivo— está la grandeza. Desde Oviedo, el aplauso se extiende al mundo.

*Imágenes: cortesía