Desde el plátano amarillo, hasta la lata de sopa de marca Campbells, Andy Warhol supo cómo hacer de lo ordinario un arte. Y ese arte, fue nombrado “Arte Pop” casi, casi,  solo por él. Años después de su muerte, en 1987, el artista se convirtió en el ícono de toda una generación y su obra y su legado persisten en la actualidad. Dicho esto, cualquier persona que sea fan de Warhol y del arte pop, debe ver esta mini serie documental de 6 capítulos en Netflix: The Andy Warhol Diaries.

Lo mejor de todo, como sucede ahora de manera más frecuente, es que la serie documental está narrada en primera persona por Warhol, con audios y videos grabados en algún momento de su vida, pero rescatados hasta ahora para producir el documental.

Pero esta curiosa historia está escrita sobre otra historia y sobre otra historia. Es decir, todo parte de los diarios que Andy Warhol escribió en su época, que a su vez fueron utilizados para la serie del director Andrew Rossi, que a su vez ahora son reinterpretados por el público que la vemos y, aunque el trabajo ya ha sido masticado  un millón de veces, esta es una nueva larga mirada a lo que Warhol hizo y… ¡nunca estaremos cansados de su vida y su obra!

En palabras de Netflix, la serie documental “se basa en las propias palabras de Warhol, habladas y transcritas por su amigo Pat Hackett diariamente entre 1976 y la muerte de Warhol en 1987, luego publicadas como un bloque de intriga de 1200 páginas en 1989”.

Así, el episodio uno comienza con una instrucción de que no debemos confiar en la versión de los hechos de Warhol, pero que sí podemos creer en la versión de los curadores. También podremos descubrir la historia de cómo Andy, llegó a ser quién fue. Aunque ni él, ni nadie, sabía en quien se convertiría tras su muerte. Andrew Warhol, hijo de inmigrantes austrohúngaros de una zona pobre de la conservadora Pittsburgh, Pensilvania, se mudó a Nueva York y se reinventó a sí mismo como el jefe de Factory, un santuario queer en el extremo vanguardista de la escena artística de Manhattan de la década de 1960, y un intérprete tremendamente popular de las iconografías vulgares del comercio y las celebridades. 

Sí, Warhol era queer, parte de la comunidad LGBT+ de aquella época en la que todavía no se reconocían sus derechos.

El punto central planteado por The Andy Warhol Diaries es hasta qué punto las tensiones sociales de un artista son creadas por la sexualidad, la religión y la auto imagen. Y el impacto que tuvieron sobre Warhol. Como un católico gay que odiaba su propio cabello, piel y rasgos, él dijo: “Solo soy un bicho raro. No puedo cambiarlo. Soy demasiado inusual”.  Y en la serie se revela su lado más inseguro y emocional, aunque nunca debió ser así: una vida personal definida por tres relaciones clave, sus tres grandes amores: Jed Johnson, Jon Gould y su amigo y colaborador Jean Michel Basquiat.

¿Necesitas más argumentos para correr ahora mismo a ver la serie?