Cuando el aire se enfría y las bufandas vuelven a escena, hay un sabor que domina la temporada: la calabaza. Dulce, terrosa, reconfortante y llena de matices, se convierte en el ingrediente que atraviesa fronteras, estaciones y estilos de cocina. Pero más allá de su estética otoñal —esas tonalidades naranja que parecen diseñadas para Instagram—, la calabaza es un alimento con superpoderes nutricionales y posibilidades infinitas.

Por qué es el “must” del otoño

Aliada de la piel y el sistema inmune

Rica en betacarotenos (que el cuerpo transforma en vitamina A), ayuda a mantener la piel luminosa, el cabello fuerte y las defensas altas. Ideal cuando los días cortos y las calefacciones comienzan a pasar factura.

Ligera y saciante

Contiene gran cantidad de agua y fibra, por lo que sacia sin aportar muchas calorías. Perfecta para equilibrar comidas más contundentes o como base para cremas, guarniciones o postres ligeros.

Un antioxidante natural

Su color intenso no engaña: está repleta de antioxidantes que ayudan a combatir el estrés oxidativo y a mantener el organismo en equilibrio.

Amiga del corazón

Gracias al potasio y al magnesio, favorece la salud cardiovascular. Ideal en dietas equilibradas y especialmente útil para contrarrestar los excesos de sal del invierno.

Cómo sumarla a tu día a día

En cremas con textura de lujo

La clásica crema de calabaza se reinventa con un toque de jengibre, leche de coco o parmesano rallado. Sírvela con semillas tostadas y un hilo de aceite de oliva virgen extra: comfort food en clave elegante.

En versión dulce pero saludable

Prueba un pumpkin bread casero o unas tortitas de calabaza con canela. La fibra ayuda a regular el azúcar y la textura es irresistible.

En ensaladas templadas

Cúbrela de especias, hornéala y mézclala con rúcula, queso feta y nueces. El contraste entre lo tibio y lo crujiente lo hace todo.

En tus smoothies de media mañana

Sí, calabaza en batido: con leche vegetal, plátano, una pizca de canela y un toque de miel. Energía lenta y sabor reconfortante en vaso.

En el horno, como acompañamiento “chic”

Córtala en dados, añade romero, pimentón dulce y un chorrito de sirope de arce. Combina con pollo, pescado o simplemente como snack salado.

Ritual de temporada: el placer de cocinar despacio

La calabaza tiene algo terapéutico. Pelarla, cortarla, olerla mientras se hornea… Todo ese proceso conecta con el ritmo más lento que el cuerpo pide en otoño. Es cocina que reconforta, que invita a quedarse en casa, que convierte lo sencillo en algo casi poético.

3 recetas exprés con calabaza para días fríos

Latte de calabaza y canela

Calienta leche (animal o vegetal) con puré de calabaza, una pizca de canela, nuez moscada y una gota de miel. Espuma y sirve en taza alta. Un abrazo líquido en versión gourmet.

Tostada de calabaza asada y queso fresco

Sobre pan rústico, coloca láminas de calabaza asada, un poco de queso fresco o ricotta y unas hojas de salvia. Termina con sal marina y aceite de oliva.

Pasta cremosa con calabaza y salvia

Saltea cebolla y ajo, añade puré de calabaza y un toque de nata o crema vegetal. Incorpora pasta recién cocida y termina con parmesano rallado. Sencilla, elegante y lista en 15 minutos.

Incluir calabaza en tu día a día no es solo una decisión saludable, es una declaración de intenciones: cuidar de ti, disfrutar de lo que comes y abrazar el otoño con sabor. Porque la elegancia también está en lo cotidiano, y a veces empieza en algo tan simple —y tan perfecto— como un trozo de calabaza al horno.

*Imágenes: Pexels