Cuando una joya deja de lucirse en la frente de una reina para pasar a la vitrina de un museo, algo más que brillo queda al descubierto: historia, simbología, identidad. Y esto es exactamente lo que ocurre con la diadema conocida como Tiara Flor de Lis —también llamada “diadema de las lises”—, perteneciente al joyero de la monarca española. En noviembre de 2025, la reina Letizia ha tomado la decisión de ceder esta pieza emblemática de la familia real para ser parte de una gran exposición sobre Victoria Eugenia de Battenberg, y ello abre una historia que merece contarse (y admirarse).

La joya, su origen y su valor simbólico

La tiara fue creada en 1906 por la prestigiosa casa madrileña Ansorena, encargada por Alfonso XIII como regalo de boda a Victoria Eugenia de Battenberg. Engastada en platino, con unos 450 diamantes —incluyendo un central de 10 quilates— y diez perlas, la pieza incorpora tres flores de lis, símbolo heráldico de la Casa de Borbón.

Desde entonces, y bajo el sistema de las llamadas joyas de pasar —aquellas que se transmiten de reina a reina—, esta tiara ha sido reservada para ocasiones solemnes y visitas de Estado.

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La joya que eleva una exposición imperdible

La decisión de la reina Letizia se inscribe en la colaboración con Patrimonio Nacional para una exposición sobre la figura de Victoria Eugenia que se inaugurará el 2 de diciembre de 2025 en la Galería de las Colecciones Reales, en Madrid, y que permanecerá abierta hasta el 5 de abril de 2026.

El motivo, según fuentes oficiales, es permitir que esta joya —que representa una parte esencial de la historia de la monarquía española y del legado material de las consortes— pueda contemplarse y valorarse en un contexto patrimonial, enriqueciendo la narrativa histórica para el público.

Un símbolo que trasciende la joyería

La tiara no es solo un objeto de lujo: es un puente entre generaciones, entre épocas y entre la estética del poder y el detalle personal. Al verla expuesta, observamos:

  • una pieza de joyería que vestía bodas de Estado y retratos oficiales;
  • una diadema que incorpora tanto el emblema de la casa real como el arte joyero de su época;
  • una decisión reciente que la convierte en patrimonio visible, compartido y educativo.

En un mundo donde lo efímero tiende a predominar, permitir que esta tiara pase de uso privado a exposición pública es un gesto de apertura monumental.

Claves para entender la importancia de esta pieza

  • Materiales de altísima calidad (platino, brillantes, perlas) y diseño exclusivo de 1906.
  • Forma y emblema: las tres flores de lis representan la Casa de Borbón; los detalles vegetales y el montaje en platino dan la solidez técnica de joyería de gran lujo.
  • Procedencia y uso: regaló por Alfonso XIII a su prometida; Victoria Eugenia la lució en su boda y en sus retratos; la reina Letizia la estrenó en 2017 durante un viaje de Estado.
  • Su nuevo destino expositivo convierte la joya en parte de la historia pública, y no solo del armario real.

Tres detalles que hacen única la tiara Flor de Lis

Un símbolo con historia

Las tres flores de lis que coronan la pieza no son mero adorno: representan la pureza, la realeza y el linaje de la Casa de Borbón. Un guiño al poder que también habla de continuidad.

La artesanía de Ansorena

La joyería madrileña, fundada en 1845, fue la encargada de diseñarla y sigue siendo proveedora de la Casa Real. Su técnica de engaste en platino y el brillo de sus más de 450 diamantes la sitúan entre las piezas más valiosas de Europa.

De la intimidad al museo

Su paso del joyero real a la vitrina de la Galería de las Colecciones Reales marca un gesto inédito: un objeto de poder que se convierte en patrimonio cultural, accesible a todos los que quieran admirar su belleza e historia.

La tiara Flor de Lis nos recuerda que la joyería no solo se lleva: también se cuenta. Que una pieza pueda tener vida en retratos, historias de amor, tronos, y ahora en museos, habla de su grandeza. Y que, en consecuencia, la reina Letizia sea quien decida compartirla añade un matiz de modernidad, de legado consciente. Porque el brillo no solo se encuentra en los diamantes… está también en lo que decidimos mostrar.

*Imágenes: Getty Images