Ceder a la tentación de los ataques de hambre puede parecer la única forma de silenciarlos, pero según varios estudios científicos, el deseo de picar algo puede disiparse si logras resistirlo durante tan solo 20 minutos.

Los ataques de hambre y los antojos repentinos de comida basura son fenómenos complejos en los que intervienen factores tanto biológicos como psicológicos. Por un lado, un ataque de hambre puede estar desencadenado por factores como la reducción de las reservas de energía en el cuerpo o la presencia de hormonas como la grelina, conocida por estimular el apetito. Por otro lado, es fundamental tener en cuenta factores psicológicos, como el estrés y la ansiedad.

De hecho, es normal buscar consuelo o gratificación a través de la comida cuando estamos especialmente estresados. Esto sucede porque, en situaciones de estrés, el cuerpo produce cortisol, conocida como la hormona del estrés, capaz de aumentar la sensación de hambre. A su vez, esto puede provocar una mayor preferencia por alimentos ricos en calorías y azúcares, ya que el cerebro busca consuelo a través de la comida.

¿Cómo funciona esta regla de los 20 minutos?

Según los expertos los ataques de hambre no son más que oleadas de emociones.

A menudo, estos impulsos no son señales de deficiencia energética, sino que representan respuestas emocionales a diversos estímulos. Emociones como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento pueden desencadenar el hambre, lo que genera antojos específicos de alimentos que ofrecen consuelo o gratificación emocional.

Los investigadores también confirman que el deseo por un alimento en particular se presenta en oleadas, creciendo hasta que sentimos que debemos ceder, para luego desaparecer por completo. Por lo tanto, esperar a que nuestros antojos más descontrolados se calmen revela que aquello sin lo cual pensábamos hace apenas 20 minutos ya no nos resulta atractivo.

Esto sucede especialmente si pasamos esos 20 minutos cruciales haciendo otra cosa . Por ejemplo, puedes salir a caminar, escuchar música o llamar a un amigo.

La comida puede activar nuestros sistemas de recompensa y, a menudo, tiene el poder de mejorar nuestro estado de ánimo, lo que a veces es positivo. Sin embargo, comer no debería ser tu única estrategia cuando te sientes deprimido.

Comprender este componente emocional puede ayudar a desarrollar estrategias para gestionar conductas alimentarias poco saludables, quizás adoptando alternativas más saludables para satisfacer las necesidades emocionales sin comprometer la nutrición general.

*Imagen: Pexels