Tienes entre 25 y 35 años, ya has pasado por ni se sabe cuántos trabajos (no siempre remunerados) y te has reinventado tantas veces que necesitas megas de Word para contar todo lo que eres (licenciada en algo y trabajadora en otra cosa alienante que a duras penas te da para llegar a fin de mes, blogger de algo chulo, artista audiovisual, dj, community manager de tres empresas de moda y una de perfumería, creadora de collages para portafotos de bodas, vegana a rachas, organizadora de eventos molones, emprendedora con otros tres amigos en un proyecto de catering bio, fundadora de un movimiento solidario en tu barrio para recoger casa por casa libros leídos y dárselos a familias sin recursos …).

© Andrew Yee
© Andrew Yee

Más aún: has hecho del deporte tu filosofía de vida (porque así mantienes a raya el michelín, porque te mola el chute de endorfinas de después y, sí, porque la ropa de deporte de ahora es flipante). Tienes unos cuantos amigos de carne y hueso y chorrocientos followers en otras tantas redes sociales y, así las cosas, a estas alturas no tienes ni idea de cómo y qué serás dentro de diez años. Si tu respuesta a todo esto es sí, hazte a la idea: eres una muppie.

¿Eres una muppie?
No te agobies: no es un insulto. Es un neologismo (o, sea, un palabro inventado pero que suena guay) resultado de contraer la palabras millennial y yuppie. El término, que ya lleva camino de convertirse en común denominador para una generación como lo fueron yuppie, generación X, boho o hipster, es una invención de la escritora Michelle Miller en su libro The Underwriting (publicado capítulo a capítulo en The Huffington Post y que en marzo verá la luz ya en papel). Así retrata a una de sus protagonistas muppie:

 “Trabaja en la oficina de su consultora/banco/bufete de abogados de nombre rimbombante. Consiguió el puesto después de terminar su licenciatura en artes liberales en una prestigiosa universidad y mudarse a NY/SF/LA. Pasa una hora de su jornada laboral en blogs, 30 minutos comprando online, 40 minutos pensando en buscar otro empleo y una parte importante del resto del tiempo divagando sobre qué va a almorzar, adónde se va a ir de vacaciones y cómo está despilfarrado su talento en esa compañía. Pronto dejará su actual trabajo para unirse a una start-up dirigida por alguien menor de 40. Aunque, antes, se tomará un mes de descanso para viajar por el mundo y descubrirse a sí misma”

https://www.youtube.com/watch?v=BxfFMcziB3U

¿Qué les diferencia de los yuppies o la generación X? Con la generación X –aquella de los noventa de Reality Bites y Wynona Rider- absolutamente todo. Si aquellos se drogaban y bebían para olvidar que su vida era una mierda (o casi), los muppies tienen claro que, si el mundo no te quiere tal como está, habrá que aprovechar lo que se pueda o inventarse otro mejor (para eso están las redes sociales, ¿no?). Curiosamente les une más con la generación de los ochenta, aquella de los yuppies dispuestos a comerse el mundo financiero y las empresarias depredadoras fielmente dibujadas por Armas de Mujer.

Pero si aquellas eran materialistas, cínicas, malvadas a primera vista y obsesionadas con ascender en la pirámide del dinero y el poder, las muppies quieren pasárselo bien y convertir eso en su modo de vida. Tampoco pretenden forrarse. Priorizan su estética y su bienestar (toda muppy lleva una egoblogger dentro por defecto y una chica it aspiracional), creen que el mundo está ahí para ser disfrutado (y no conquistado) y saben que se puede ser feliz con bastante menos que sus antecesoras. Por así decirlo, han cambiado el Lexatin y el Prazac por el tofu, el kale y los likes. Y han pasado de estar todo el día con el gesto crispado a hacerse selfies con #duckface.

¿Eres una muppie?
“Hay un antes y un después con la caída de Lehman Brothers (el principio del fin de una era donde los billetes de 500€ circulaban como churros aunque ni tú ni yo los viéramos jamás). En un abrir y cerrar de ojos el modelo yuppie se desmoronó. Los grandes tiburones ahora tenían bonus sin valor y eran vilipendiados en la prensa. Los milennials aprendieron la lección y buscaron otro modo de triunfar”, apunta Miller. De paso, se iba al traste un modelo de triunfo basado en la testosterona y los trajes de Saville Row y se abría la puerta al emprendedor en jeans y sudadera. O a la emprendedora perspicaz.

¿Eres una muppie?
Son muppies, por ejemplo, las it girls Helena Bordon o Alexa Chung, capaces de rentabilizar el tirón de sus cientos de miles de followers en contratos publicitarios con grandes multinacionales (desde L´Oréal a Longchamp). A escala doméstica también lo son emprendedores como el equipo de Better (agencia de proyectos pop up) o Ángela Cabal y Javier Aracil, artífices de Mr. Wonderful, quienes abandonaron sus trabajos en una agencia de publicidad para “hacer algo diferente, creativo y no aburrido en nuestras vidas”.

© Instagram @MrWonderful_
© Instagram @MrWonderful_

¿Qué rasgos definen a los muppies y qué les diferencian de sus padres? “Lo primero es que se han plantado y ya no prestan sus servicios dentro de una gran corporación. Trabajan mil horas, sí, pero en su propia start up”, señala Miller. “Y algunos logran beneficios millonarios”.

La segunda diferencia es que ya no pierden la cabeza por amasar riquezas infinitas y esconderlas en Suiza (hasta que llegó Falciani dispuesto a tirar de la manta). Ahora se impone un sentido práctico: tú consigue influencia social y el resto vendrá solo. “¿Por qué pagar por tu propio avión privado si puedes convencer a una compañía de que te deje viajar gratis a cambio de contar a tus 10.000 seguidores de Instagram lo estupenda que es?”, sentencia Miller. El secreto está en parecer que sigues siendo tú misma pero patrocinada por una marca.

Aún en el caso de que el triunfo llame a su puerta, los muppies nunca pierden sus principios eco, bio y solidarios. “¿Por qué pagar una fortuna por caviar ruso pudiendo disfrutar de verduras recién recolectadas en el mercado de productores local?”, se pregunta Miller. Por esa misma razón, en cuanto llegan los números negros se introduce en el negocio la filosofía #ChangeTheWorld. O, lo que es lo mismo, destinar un porcentaje de los beneficios a una ONG, fundación, o, mejor aún, crear tu propio proyecto solidario. Léase, Tatiana Santo Domingo (riquísima heredera y ahora esposísima de Andres Casiraghi) y su socia Dana Alikhani en Muzungu Sisters.

5_muppies_giphy
Hay un último punto que Miller no enuncia pero que termina de definir el tesón de una muppie: no pueden vivir sin hacer deporte. Nada de pijadas como aerobic ñoño ni hostilidades como aquellas sesiones de squash a muerte de los 80. Ahora mola ir a Bikram para desconectar o quemar adrenalina con running a lo bestia. Que se lo pregunten a Alma Obregón (sí, la famosa Alma, la de los cupcakes, que lo mismo publica libros de recetas dulces, presenta un programa de televisión o se mete entre pecho y espalda los 100 km del Sáhara.

Las muppies viven intensamente el hoy y el ahora. Tal vez porque ya han visto lo suficiente de este mundo como para saber que no te debes tomar nada demasiado en serio. Nunca se sabe qué te espera mañana…