Moda
Dicen que el dinero no da la felicidad, pero es una verdad a medias. Y es que, es cierto que gastar en cosas materiales no contribuye a que seamos más felices (esa tarde de shopping que tanto nos gusta… ¡De ninguna manera!), pero, en cambio sí ayuda (y mucho) invertir parte de nuestros ingresos en experiencias: viajes, cenas, teatro, cine, excursiones, cursos… en definitiva, todas las actividades que nos generan recuerdos agradables y que, además, compartimos con otras personas. Esto es lo que hacen precisamente los denominados millennials, un perfil de consumidor con menor poder adquisitivo pero que parece hacer un uso mucho más “inteligente” de sus recursos que sus predecesores, la Generación X.
Pero, ¿qué es un millennial exactamente? Es muy probable que tú lo seas y (a estas alturas) ya lo sepas. También conocidos como Generación Y, se denomina con este término a los jóvenes nacidos entre 1981 y 2000, que en la actualidad tienen entre 15 y 35 años, es decir unos 80 millones de personas en todo el mundo, según un estudio de Deloitte.
Se preocupan por el medio ambiente, practican el comercio justo, comen sano (o lo intentan), están en permanente contacto con las redes sociales y las innovaciones tecnológicas… y cobran poco (o menos de lo que cobraban sus padres). Puede que sea precisamente este factor el que haya provocado un cambio radical en sus hábitos de consumo y, consecuentemente, en el surgimiento de la economía colaborativa. Los millennials no necestan comprar un coche, lo comparten (BlaBlaCar); no se hipotecan con una vivienda, la alquilan; viajan por el mundo alojándose en casas ajenas (Airbnb); venden lo que no necesitan y compran de segunda mano lo que otros ya no usan (Wallapop), y disponen de “barra libre” de música sin ser el propietario de una pila de cds (Spotify).
Precisamente este modelo de “alquiler” audiovisual es uno de los principales gastos mensuales de los millennials, que prescinden de una estantería para guardar sus DVDs porque optan por consumir televisión por Internet (Netflix, HBO, Yomvi…). Y es que una vez vista la peli, ¿quién quiere que le ocupe espacio en el salón? Sin embargo, este no es el único hueco que tienen libre en la casa. La Generacón Y tampoco necesita una gran despensa ya que no compran a largo plazo, son más del día a día, y no necesitan guardar reservas en la cocina como si fuese a estallar una guerra en cualquier momento.
Puede que en realidad esta costumbre de tener la nevera medio vacía tenga también que ver con que no son precisamente unos buenos cocineros. Paradójicamente, la generación a la que más le gusta comer, es un desastre entre fogones. Con este panorama, ¿cómo no van a gastar grandes sumas en alimentarse? Restaurantes de moda, comida a domicilio, fast food… el gasto está muy repartido entre la diversa oferta culinaria. Aunque el plato preferido de los jóvenes es, para desgracia de la hamburguesa, la pizza. Según datos de Venmo, una aplicación estadounidense para pagar deudas entre amigos, el gasto en esta delicia italiana es aún mayor que el que generan en taxis, teléfonos móviles, o cervezas.
Más allá de la hora de la cena, los millennials parecen haberse aplicado muy bien el dicho latino carpe diem, e intentan disfrutar al máximo cada momento, buscando la felicidad en todo lo que hacen (han sido tachados de hedonistas por sus antecesores), sin importarles el hecho de “poseer” grandes cosas. De esta forma, se aventuran a emprender o buscan un trabajo que realmente les guste (por encima del dinero o el estatus social), antes que pasar horas y horas en una oficina gris como lo hicieron sus “hipotecados” padres.
Precisamente esa filosofía de ‘atrapar el momento’ les ha llevado a ser la generación más viajera, y el sector turístico ya se frota las manos con este nuevo perfil de consumidor. Pero no precisamente por el gran gasto que generan: un millennial no necesita lujos para dar la vuelta al mundo, coge una mochila y pone rumbo a cualquier destino. Según un estudio de Hosteltur, para el 80% de estos jóvenes el precio es el factor principal a la hora de hacer una reserva.
Y ahora te estarás preguntando ¿verdad que sí? en qué lugar queda la ropa, ya que, al fin y al cabo, los centros comerciales parecen tener mucho más tránsito de gente que las agencias de viajes. Pues bien, los millennials siguen siendo consumistas en lo que a moda se refiere, pero en una forma mucho más emocional; es decir, que empiezan a exigir a las marcas un mayor compromiso, tanto con el medio ambiente como con las condiciones laborales de los trabajadores del sector textil, y compran menos por impulso.
¿Y qué pasa si sobra algo a final de mes? Se acabaron las inversiones en Bolsa, inmuebles o fondos. Ellos han vivido (y sufrido) en primera persona la recesión económica, así que el ahorro mejor bajo el colchón de casa o en una cuenta del banco sin riesgos.
