Se respira el oxígeno más lujoso en el Salón de Alta Joyería y Relojería de Ginebra. Y no precisamente porque casi nadie en sus grandes espacios use mascarilla, bastante eliminado en Suiza. Sino porque las grandes marcas del sector, las más de alta gama se encuentran aquí disfrutando de la que es su primera feria presencial desde hace (como casi todo) dos años, en este Salón que aspira a ser un clásico y que reúne a unas cuarenta enseñas en el plano físico, aunque siga existiendo como plataforma digital. Lo del lujo no asiático no es broma ni juego de palabras. Faltaban clientes rusos, por supuesto. Pero también asiáticos. Faltaban algunas marcas pero las presentes son, como el modelo clásico de Cartier, un must. Y Grazia ha tenido el privilegio de visitarlo para contarlo. 

#WatchesandWonders2022 está organizado por la Fondation de la Haute Horlogerie y puede decirse sin que haya acabado (finaliza el próximo domingo día 3) que ha sido un éxito de público. A pesar de celebrarse en Palexpo, el centro ferial de Ginebra, tiene más estilo de salonque de feria, con todo tipo de detalles exquisitos, como corresponde al lujo del que hace gala.

Y no es para menos. Porque las grandes casas relojeras y joyeras han presentado sus colecciones 2022, en muchas ocasiones limitadas, a veces de cinco, a veces de 10, en ocasiones de 100, pocas de 200 para dar gusto a grandes coleccionistas de todo el mundo ávidos de novedades, que buscan sus grandes piezas, que saben dónde encontrarlas y que a veces viajan por el mundo hasta dar con ellas, si es que no llegan ellas a su hogar de destino. Y siempre con un leit motiv presente en cada una de ellas, la máxima excelencia hecha joya a base de materiales, piedras preciosas, formas nuevas y eso que en relojería se denominan complicaciones y que son nada más y nada menos que la complejidad técnica para dar las horas.

Así es la Alta Joyería, lo más parecido a la Alta Costura. Dispuesta a marcar el tiempo recordándonos lo valioso del mismo. Por eso es artesanal, tan artesanal. Por eso, piezas que se aproximan al medio millón de dólares al alcance de unos pocos pero con una belleza capaz de cautivar al más humilde de los seres humanos.

Los nuevos relojes Cartier, que toman el nombre de Coussin, porque en efecto en la muñeca se comportan con la suavidad de un cojín, realizados en diferentes tipos de oro, con o sin brillantes, con o sin piedras preciosas están llamados a ser un nuevo clásico de la marca, como lo son las nuevas interpretaciones del Tank, del Panthère (impresionante el Panthère Complication, en 40 mm, oro blanco, cristal de murano azul y la mítica pantera en oro blanco y diamantes) o del Pachá. Me descubro por cierto ante el Ronde Louis Cartier Fragmentation DOr, en edición limitada a treinta piezas, en el que además de los brillantes talla diamante brilla el oro amarillo.

 

Esta tonalidad áurea lleva años volviendo, pero ahora sí puede afirmarse que para quedarse (como siempre que se dicen estas cosasde momento). Se siente, se percibe en los diferentes espacios del Salón. Los Happy Sportde Chopard, con sus diamantes en caída (casi) libre siguen siendo cautivadores, también en oro rosa y amarillo, con un oro especial para la marca que tiene su fundición donde realiza sus propias aleaciones y que desde 2018 solo usa oro ético. Las nuevas versiones en calibres 1,2,3 y 5 de Chanel (ojo, sin 4, que es un número de mala suerte en China) en porcelana matematan. A veces los relojes se esconden en joyas, como los sautoirs de la marca fundada por Mademoiselle Chanel, con una cara identificada por uno de sus motivos, la perla, y en otra el reloj. Coco firmó una frase mítica: Solo bebo champán en dos ocasiones, cuando estoy enamorada y cuando no lo estoy. En Watches&Wonders puedes estar y no estar enamorada todo el tiempo. Porque durante a cualquier horas te lo sirven en uno de los muchos espacios dedicados a la restauración, donde comer y beber es gratis, o mejor dicho se incluye en el nada despreciable precio de entrada al salón, 300 euros. Por cierto, que la feria está abierta a profesionales, pero también a público, por otro lado bastante afín a su contenido.

Si algo es común al salón de 2022 es la cosmografía. Especialmente importante en el stand de Jaeger LeCoultre, con exhibiciones estelares a determinadas horas en un stand en forma de planetario, en el que puede apreciarse cómo se trabaja la porcelana pintada de algunas de sus esferas valiosísimas desde el punto de vista artístico. En su caso, como en el resto, es llamativa la manera en que conviven la creación de tradición joyera con la más alta tecnología de precisión para medir el tiempo. Global como es hoy nuestro mundo y como lleva siéndolo desde hace ya mucho tiempo, es muy común también en la mayoría de las marcas la medición en los diferentes hemisferios, en los diferentes husos horarios.

Es especial la mezcla de los modelos más deportivos, con alusiones a la fórmula-1 pero igualmente a otros deportes y la de la Alta Relojería identificada con la Alta Joyería, como en el caso de Hermès, en un stand homenaje a las ciudades, con vídeos que casi te meten en sus calles, tan de nuestra época, en el que puede disfrutarse de un brazalete con reloj Kellyen su candado, cuajado de diamantes y de doble vida, pues es posible retirarlo para colgarlo oculto en un pendentif de cuero. Ya fuera de Palexpo, hay que acudir al hotel President donde esperan las novedades de Bvlgari, que por pertenecer al grupo LVMH prefiere estar fuera y que muestra con orgullo sus ocho récords mundiales en sus relojes octogonales. Lástima de muñeca fina de mujer porque es para usar uno cada día de la semana, especialmente el último, de este año, el Octo finissimo, el más plano reloj mecánico del mundo que además alberga un código con el que descargarse un NFT, eso es siglo XXI. ¡Qué viva!