Llega ese momento glorioso del año en el que el Excel se acorta, el sol se alarga y tu agenda empieza a parecerse a un planning de wellness más que a una reunión de departamento. La jornada intensiva de verano ha aterrizado —gracias, universo—, y con ella la oportunidad de recuperar horas de vida, luz y, por qué no, algo de dignidad.

Pero ojo: tener tardes libres no sirve de nada si las pasas viendo correos “por si acaso” o atrapada entre el ventilador y el sofá. Aquí te damos las claves para exprimir al máximo esta bendita anomalía horaria.

Empieza antes, termina antes (y no mires atrás)

Sí, sabemos que madrugar en verano duele. Pero si entras un poquito antes, te aseguras más tarde para ti sin sacrificar nada. Pon la alarma, café en mano, y empieza como si fueras la CEO de tu bienestar. Spoiler: lo eres.

Ponte un top bonito, aunque no tengas Zoom., verte bien a las 8:30 de la mañana es un ritual de poder.

Planifica tu mañana como si fuera oro (porque lo es)

Las jornadas intensivas no perdonan la dispersión. Así que haz una lista con tus 3 prioridades del día y ve a por ellas como quien va a por el último frappé del beach club. Todo lo demás… puede esperar a septiembre (o al menos, a la jornada completa).

Silencia la culpa, literal y metafóricamente

No contestar un correo a las 16:15 no es delito, es salud mental. Deja claro a tu equipo tus horas de disponibilidad y no caigas en la trampa del “ya que estoy conectada…”.
Recuerda: la jornada intensiva no es un favor, es un derecho. Y no eres menos profesional por ejercerlo.

Haz que tus tardes parezcan vacaciones (sin salir de tu ciudad)

Tienes varias horas libres. Aprovecha.

  • Un vermut en terraza a las 18h.
  • Visitar esa expo que siempre pospones.
  • Ir al gimnasio cuando está vacío y hay aire acondicionado.
  • Tomarte un helado mientras ves a los demás correr (bonus emocional).
  • Cambia el “no tengo tiempo” por “tengo tiempo y me lo merezco”.

Hazle hueco al modo verano, aunque trabajes

Decora tu escritorio con flores, lleva sandalias (si puedes), come fruta fresca, usa fragancias ligeras y vete a casa sin portátil.
La idea es recordarte cada mañana que sí, estás trabajando, pero el mood es otro: más relajado, más solar, más tú.

Reconecta con lo que no haces el resto del año

Escribe. Lee. Cocina sin microondas. Llámate contigo misma. Haz esa actividad que siempre dices que te encantaría hacer si tuvieras tiempo. Pues ahora lo tienes. Al menos unas semanas.

La jornada intensiva no es solo una reducción horaria, es una oportunidad para recordarte que el trabajo es importante, pero no lo es todo. Que tus tardes también cuentan y que disfrutar del verano, aunque sea desde tu terraza con vistas al edificio de enfrente, es un acto de autocuidado con aroma a after sun.

Así que esta vez, cuando salgas a las 15h, hazlo con las gafas de sol puestas, el móvil en modo avión y el propósito firme de vivir más. Porque el verano no espera… y tú tampoco deberías hacerlo.

*Imagen: Pexels