No hay semana en la que la isla de Manhattan no sea un hervidero de gente. Miles de personas acuden cada día a las miles de oficinas que ocupan sus avenidas y calles más emblemáticas, al tiempo que los turistas, cada vez más, la patean de un lado a otro en busca de los monumentos más importantes. Con precios en ascenso, tanto en la oferta de ocio como en la de restauración, los neoyorquinos comienzan a mirar al resto de los distritos a la hora de pasarlo bien, huyendo de la masificación turística.

El elegido hoy por la mayoría es el de Astoria, un pequeño barrio del distrito de Queens que está considerado el gran reducto de la inmigración griega durante buena parte del pasado siglo y que ocupa toda una franja frente al East River, justo al sur del aeropuerto de La Guardia y a menos de 25 minutos de Times Square. Es precisamente por esta cercanía al centro por lo que incluso los más acérrimos a abandonar Manhattan han decidido hacer una excepción con este lugar que transmite vida, alegría y, sobre todo, mucha diversión.

Astoria es el barrio de moda por diferentes razones. Sin embargo, la que más brilla es la oferta de ocio sencillo y vibrante al mismo tiempo. No hay artificios. Basta con dar un pequeño paseo para encontrarse con decenas de terrazas en las que charlar animadamente. A precios asequibles, es un reducto de buena vida que reúne, por ejemplo, algunas de las cervecerías al aire libre más importantes de la ciudad, grandes patios con mesas alargadas al estilo europeo como el Bohemian Hall, el ‘beer garden’ más antiguo de Nueva York, sirviendo cerveza checa desde 1910. O el The Garden at Studio Square, en otro rincón del distrito, y que abre al mediodía (salvo los domingos para el brunch) para una oferta en la que no falta la buena música ni más de 20 cervezas en tiradores.

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«El auténtico Nueva York está en los barrios, no en el Empire State», explica Susan Birnbaum. Sabe lo que se dice. Esta neoyorquina cuenta con su propia empresa de paseos personalizados para quienes quieran descubrir una Gran Manzana de un modo diferente. Astoria es uno de sus lugares preferidos. Allí muestra la diversidad del barrio, mucho más cosmopolita de lo que puede parecer, al haber calles en las que uno parece estar realmente en Grecia. Iglesias ortodoxas y tiendas de comida helena son fáciles de encontrar, pero también restaurantes y lugares de ocio de prácticamente todos los países del mundo.

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La ruta de Susan por Astoria, de hecho, comienza con sabor italiano, el de una caselata rellena de crema de canoli de la pastelería Astoria Bakers. Y sí, también hay hueco para una spanakopita casera, en Mediterranean Food, un local donde es posible encontrar hasta 20 quesos feta diferentes. Y sigue por bocados colombianos, pastelillos malteses en Leli’s Bakery e incluso un perrito caliente coronado por guacamole, al estilo chileno en San Antonio Bakery, como remate al tour (unas dos horas de duración).

Pero la comida exótica, las terrazas y la diversión en la mesa no son las únicas cosas que atraen del barrio. No tiene apenas calles comerciales con tiendas de firmas internacionales. De hecho, solo se encuentran en una y no es de las principales, ni de las que pasa el metro por ella, por lo que está algo escorada.

En cambio, sí que tenemos a un paso de la línea N del suburbano boutiques que merecen muchísimo la pena como Lockwood. Realmente, son dos tiendas: una de ropa de segunda mano con mucho estilo y, la principal, de regalos de todo tipo y en la que, además, hay un rincón con todo tipo de postales, panfletos, tarjetas y buenas ideas en torno al feminismo militante. Ambos locales están casi contiguos en la calle 33. Otra tienda de moda bastante original es Loveday 31, especializada en colecciones de aire vintage.

Rincones de Astoria. © Sergio Cabrera

Y tampoco falta cultura. Si llegamos con tiempo, podemos entrar en uno de los museos más interactivos de la ciudad: el de la Imagen en Movimiento, todo un templo a la televisión y el cine. Se encuentra junto a los Estudios Kaufman, lugar donde se ruedan series como Orange is the New Black, Shades of Blue, The Affair e incluso Barrio Sésamo. También en Astoria, la fábrica de pianos Steinway nos va a dejar maravillados, así como la casa museo del artista japonés Isamu Noguchi. Claro que, para oferta cultural, la de los festivales de danza que se suceden a lo largo de todo el año, especialmente en los meses de verano, como si de verbenas populares se tratara.

Y si nos apetece estar tranquilos, los parques junto al East River son nuestro destino. El más conocido es el Parque de Esculturas Sócrates, en el que se funden la tradición clásica con lo posmoderno, y cuyo resultado es toda una serie de esculturas surrealistas poblando el césped. Es el más curioso, pero no el único, pues son muchos los lugares en los que poder hacer picnic en Astoria, casi tantos como terrazas soleadas.

© Sergio Cabrera

No es de extrañar que, a nada que llega el buen tiempo, los neoyorquinos duden entre tantos planes que hacer en ese rincón de Queens que, una vez se conoce, te enamora para siempre.