Hablamos de limpiar, no solo desmaquillar. Porque aunque tradicionalmente se han utilizado estos productos -tanto las leches como los aceites- como soluciones para retirar el maquillaje, es cierto que se pueden utilizar ‘simplemente’ para limpiar la piel en profundidad, de todas las impurezas a las que está sometida cada día (aunque el pintarrajeo no se incluya entre ellas). Sus fórmulas son mezclas de emolientes de alta tolerancia con aceites purificantes y suavizantes que limpian en profundidad sin agredir, dejando la piel sin restos de producto ni rastro de tirantez.

© Amit Israeli
© Amit Israeli

CÓMO SE USA EL ACEITE

– Como desmaquillante: limpia en profundidad cara, ojos y labios, retirando con eficacia incluso el maquillaje resistente al agua. Para ello hay que impregnar un disco de algodón y aplicarlo sobre el rostro. Recuerda: ¡un algodón diferente para cada ojo!

– Como limpiadora diaria: calienta la cantidad necesaria entre las manos y masajea el rostro (con la piel seca) realizando movimientos circulares para eliminar las impurezas y estimular la micro-circulación, lo que ayuda a preparar la piel para recibir el tratamiento que se utilice a continuación. Después, utilizando un poco de agua, el aceite se convierte en emulsión con la que se siguen realizando movimientos desde las mejillas hasta la frente, moviendo las manos en forma de luna. El aceite hay que aclararlo abundantemente. Un truco: aprovecha la fricción de la toalla para, ¡suavemente!, retirar las células muertas.

 

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