Moda
“Sevilla tiene un color especial”, dicen Los Del Río. También que “enamora al mundo por su manera de ser, por su calor y por su feria”, así que no seré yo la que ose llevar la contraria a tal fuente de sensatez. Porque si algo he aprendido tras una visita exprés a la feria de la capital hispalense es que de disfrutar y de enamorar, saben un rato.
Porque decir que Sevilla es fiesta es como decir que el sol sale cada mañana, una redundancia; lo suyo va más allá del domino, es una maestría en el arte de deleitarse con la vida. Una sabiduría que este año ha sido premiada en los ¡Qué Alegría Awards!, organizados por Ron Barceló, que han galardonado a la caseta con más arte y más gracia de la Feria de Abril.
Valorar el nivel de felicidad, de simpatía y de risas no era una tarea sencilla, pero de ello se encargaron tres de los sevillanos más influyentes en redes sociales. De la entrega del premio a La Parrilla, la caseta ganadora, se hizo cargo la modelo sevillana Noelia López; y de animar la noche, el grupo flamenco El Albero.
Pero 48 horas en la feria sevillana dieron para esto y mucho más. Por ejemplo para varias enseñanzas que me he traído de vuelta en la maleta:
1. El protocolo más confuso no es el de una boda real: no, es el que hay que seguir para vestirse en la Feria de Abril.
2. Si dudas, color: aunque como los teoremas más complejos, la ecuación puede resolverse de manera sencilla, sumándole saturación de tonos al look.
3. Cualquier mujer está guapa vestida de flamenca: lo siento por las chulapas madrileñas, pero el traje regional más favorecedor es sin duda el que se viste para pisar el albero.
4. Las sevillanas se bailan sí o sí: porque, “bailando todo vale”, nos explicaba Noelia López antes de entregar el premio a la caseta más marchosa. Y tenía razón, la feria es una ofrenda al goce en la que lo que menos importa es si alguien se salta un paso.
5. Los farolillos son los únicos que sufren la lluvia: ellos sí, porque se desvanecen; pero a nadie más parece importarle una mala jugada de la meteorología que se acepta según viene, “dentro de la caseta no te mojas, así que, ¿qué importancia tiene?” Pues eso, que me apunto a esta manera de ver las cosas.
6. El rebujito no es agua: aunque se disfrace para parecerlo y pueda resultar de lo más convincente…
7. Las calorías se queman bailando: ¿Dieta? ¿Para qué? Si aquí todo lo que se come y se bebe que es mucho se va a quemar de la mejor manera posible, con un buen baile o con uno detrás de otro.
8. Todo vale por conseguir un taxi: eso sí, todo es fiesta y alegría hasta que tocan las campanas y llega la hora de volver a casa. Entonces más vale sacar a pasear a la fiera de jungla urbana para adelantarse en la carrera por uno de los bienes más preciados de la noche, el taxi.
9. Sevilla no se inmuta: si no fuera por los teléfonos móviles que surgen de entre los pliegues del vestido y las modas que suben y bajan volantes o lunares, la feria bien podría ser una estampa detenida en el tiempo. Una postal en la que la tradición no se altera con el paso de los años, pese al caos de nuestros días.
10. Lo único que cuenta es el ahora: porque en la feria da igual mañana lunes de resaca, aquí te espero o el ayer; solo importa el instante actual que se celebra al máximo con filosofía hedonista. Entre lunares, caballos, luces y albero, una belleza que, como diría Stendhal, es una promesa de felicidad.