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Este 24 de agosto, el cine español ha perdido una de sus voces más intensas y genuinas. La actriz madrileña Verónica Echegui, de 42 años, falleció en el Hospital 12 de Octubre de Madrid tras días de ingreso por una enfermedad sin divulgarse públicamente. La noticia ha sacudido al mundo de la cultura, que ahora llora a una intérprete valiente, versátil y profundamente humana.
Una entrada brillante y una carrera de miradas intensas
Desde su irrupción en el cine con Yo soy la Juani (2006) —una película que la convirtió en símbolo de una juventud valiente y frustrada—, Verónica Echegui marcó con su talento. Su interpretación le valió una nominación al Goya como mejor actriz revelación y el corazón del público más exigente.
A lo largo de casi dos décadas, Verónica construyó una filmografía repleta de personajes inolvidables. Fue nominada al Goya por El patio de mi cárcel (2008) y Katmandú, un espejo en el cielo (2011), y al Goya como mejor actriz de reparto por Explota, explota (2020).
Vocación también tras la cámara
No se quedó atrás: en 2020 debutó como directora con el cortometraje Tótem loba, una obra cargada de fuerza y sensibilidad en clave feminista. La valentía artística de esta pieza le valió el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en 2022.
Además, entre sus últimos trabajos había participado como actriz en Justicia artificial (2024), un thriller político en el que interpreta a una jueza que descubre una conspiración relacionada con la inteligencia artificial en el sistema judicial. Otras películas destacadas en su filmografía incluyen La gran familia española (2013), Explota Explota (2020) y Objetos (2022). Además, ha trabajado en series como Intimidad (2022) y Los pacientes del doctor García (2023).
Una carrera que iluminó pantallas y salas
Su presencia no solo se limitó al cine. En televisión participó en series memorables como Intimidad y Los pacientes del doctor García, llevando siempre ese sello de verdad y autenticidad que tan pocas saben transmitir con un solo gesto.
Verónica Echegui era talento puro, con la valentía de quien mira la vida de frente y la transforma con arte. Hoy nos deja una filmografía vibrante, una sensibilidad que crecía con cada personaje y un legado detrás y delante de la cámara que nos recordará por qué el cine bien hecho conmueve, transforma e inspira.
Que su luz perdure en cada fotograma, en cada mirada, en el cine que se construye con valentía.
**Artículo en actualización
*Imágenes: Getty Images