Moda

En un mundo que vive con prisas, Really nos propone un cambio de ritmo. Con una nueva identidad más depurada —dejando atrás el “Nice Things” para quedarse simplemente en Really— la marca da un paso adelante hacia lo esencial. Menos palabras, más intención. Su nueva colección, Late Checkout Club, es la mejor expresión de este nuevo rumbo: una oda al confort, al exceso y al diseño sin reglas.
Guiños nostálgicos a los 70, texturas ricas como el terciopelo, estampados que no piden permiso para convivir y una paleta tan vibrante como inesperada. Cada pieza invita a quedarse, a alargar la sobremesa, a estirar el domingo y a convertir lo cotidiano en una escena memorable.
Más que una colección, Late Checkout Club es una declaración de intenciones. Un club imaginario donde el tiempo se estira, las prisas se olvidan y el hogar se convierte en refugio, escenario y placer. Aquí, los cabeceros son testigos de confidencias nocturnas, los cojines invitan a hundirse sin mirar la hora, y las lámparas iluminan conversaciones que no necesitan un final.
Las piezas no solo visten espacios, los habitan. Son cómodas, irreverentes y con alma de hotel boutique sin checkout. Cada habitación —de la 808 a la 1010— tiene nombre propio y personalidad propia: algunas celebran la siesta como un arte, otras elevan el rincón de lectura a ritual diario. El mensaje es claro: no hace falta salir para vivir algo extraordinario.
Maximalismo sin reglas: la estética del exceso bien entendido
Late Checkout Club celebra lo que durante años se nos enseñó a evitar: el exceso, la mezcla, el no encajar. Su propuesta estética abraza el maximalismo desde el juego, no desde la imposición. Aquí conviven sin complejos estampados florales con prints geométricos, terciopelo con madera, colores saturados con acabados suaves. ¿El resultado? Ambientes donde todo pasa y todo vale, pero cada detalle está bien pensado.
La inspiración setentera lo impregna todo: desde los cabeceros ondulados hasta las lámparas de apliques redondeados o las butacas tapizadas en cuadros. Los tonos son tan atrevidos como envolventes: azul petróleo, verde esmeralda, mostaza cálido y ese butter cremoso que pide quedarse a vivir en él. Es una estética nostálgica, sí, pero también radicalmente contemporánea. Una que no pide permiso para entrar y que, una vez dentro, no quiere irse nunca.
Habitaciones que cuentan historias
Cada pieza de Late Checkout Club forma parte de una escena. La colección se organiza como un hotel imaginario donde cada habitación tiene nombre propio, carácter y una historia que susurra al entrar. Desde la Room 808: The Art of Doing Nothing, con su cabecero ondulado y su lámpara con líneas groovy, hasta la Room 101: NeverEnding Nap, una oda a las siestas infinitas.
Hay cabeceros que parecen salidos de un plató de los setenta (Eddie Velvet Checkerboard), pufs que invitan al descanso informal (Pouf Funky o Festival) y cojines que transforman cualquier rincón en tu rincón favorito. Las sillas Sandro se visten de tonos inesperados como flame, pruss o green emerald, y las mesas Chinchin elevan el momento cóctel a un ritual sin hora.
Textiles: cortinas, cojines y estampados que lo cambian todo
En Late Checkout Club, el textil no es un complemento: es el alma de la habitación. Terciopelos que atrapan la luz, estampados que parecen sacados de un motel californiano en los años 70 y cojines con nombre propio que te invitan a rendirte al descanso.
Las cortinas no solo visten ventanas, también esconden mañanas lentas, fiestas improvisadas o secretos que no necesitan explicación. Modelos como Jim, Rosalia o Rufus —en burdeos, checkerboard o verde oliva— aportan carácter inmediato a cualquier estancia. En los cojines, los nombres cambian pero la intención se repite: Isabella, Camille, Luna, Ziggy… Todos parecen pedirte lo mismo: “quédate un poco más”.
Y luego están las telas. La colección textil Velvet 70’s es un manifiesto en sí misma: flores abstractas, rayas psicodélicas, hojas palmera, lunares reinventados. Estampados con historia, sí, pero reeditados con el desparpajo de quien sabe que la nostalgia también puede ser moderna.
*Imágenes: cortesía