Nuestra reportera más viajera se hospeda en el hotel más famoso de la temporada: el impresionante Four Seasons Resort Koh Samui, escenario de la tercera temporada de The White Lotus. Un paraíso tropical escondido entre colinas verdes y playas de arena blanca que promete ser el nuevo protagonista de la serie de HBO. Pero, ¿cómo es realmente alojarse en el White Lotus en Tailandia? Te contamos su experiencia descubriendo cada rincón en pleno estreno de la serie.

Llegada y Check-in: Un portal a otro mundo

Desde el primer instante en el Four Seasons Resort Koh Samui, la sensación es clara: este no es un simple hotel de lujo, sino un universo paralelo. El check-in no ocurre en una recepción convencional, sino en lo alto de las colinas, en una caseta tailandesa abierta al horizonte. Desde ahí, la vista es sobrecogedora: 17,5 hectáreas de colinas verdes descienden suavemente hasta una bahía privada, con el océano extendiéndose hasta donde alcanza la vista.

El aire tropical, la brisa marina y el sonido de la naturaleza lo envuelven todo, y en ese momento ya se intuye que la estancia aquí será algo más que unas vacaciones; será una desconexión absoluta de la realidad. Con la calidez característica de la hospitalidad tailandesa, me reciben con un welcome drink y una sonrisa que parece anunciar lo que está por venir. Pero en ese momento, mi mente ya está en otra parte: estoy boquiabierta, sin palabras. No hay un solo rincón en el que la mirada no se pierda en la inmensidad del mar o en la exuberancia de la jungla.

Es como abandonar por completo la civilización y entrar en una burbuja tropical, un santuario donde el tiempo parece detenerse y el mundo exterior deja de existir. En ese preciso instante, con la copa fría en la mano y los pies en tierra firme pero la mente flotando, supe que esta no iba a ser una estancia cualquiera.

Mi villa privada: un refugio suspendido en el paraíso

Desde la recepción, un buggy me lleva colina arriba hasta mi villa, el que será mi hogar durante tres días y tres noches. En el trayecto, el paisaje es una sucesión de palmeras, senderos ocultos entre la jungla y destellos del océano que se cuelan entre la vegetación. Pero lo que me espera al llegar supera cualquier expectativa: una Island Ocean Pool Villa enclavada en la cima de la colina, con una de las vistas más espectaculares del resort.

Frente a mí, el mar se extiende hasta el infinito, con la playa paradisíaca allá abajo, casi como una postal perfecta. Pero mis ojos se van directo a mi piscina infinita privada, más grande de lo que imaginaba, con un color que se funde a la perfección con el entorno tropical. Es un sueño hecho realidad.

El interior de la villa es igual de impresionante. Diseñada por Bill Bensley, combina la arquitectura tradicional tailandesa con el lujo contemporáneo. Los tonos turquesa y verde mar se mezclan con las maderas tropicales y detalles artesanales, creando un espacio que es orgánico, delicado y acogedor a la vez. Todo en la villa es sostenible y pensado con una atención al detalle exquisita: desde los amenities eco-friendly, como un frasquito de cristal con repelente de mosquitos dentro de una fundita de tela, hasta la cuidada disposición de cada objeto.

Sobre la mesa de la entrada, me espera una sorpresa preciosa: una bandeja de bambú con tres niveles de pequeños snacks, cada uno representando un restaurante del resort. Y junto a ellos, un coco fresco, servido con una pajita ecológica. Me encanta el agua de coco, y no puedo pensar en una mejor manera de comenzar mi estancia.

Todo aquí es una invitación al descanso absoluto: una bañera con vistas a la piscina y al horizonte, ropa de cama de ensueño y una intimidad total. Es un lugar donde cada detalle está pensado para que la experiencia sea perfecta.

Los jardines tropicales: un recorrido sensorial hacia el bienestar

Tan pronto como me instalo en mi villa, siento la necesidad de explorar. Desde lo alto de la colina, la playa parece una promesa irresistible, un destino que me llama. Bajo a pie, siguiendo un camino que atraviesa unos jardines que no son simplemente paisajismo de lujo, sino una auténtica obra de arte viva.

Cada paso revela una paleta de colores perfectamente orquestada, donde las plantas parecen dispuestas en niveles que guían la mirada y el espíritu hacia abajo. La mano del renombrado arquitecto paisajista Bill Bensley está en todas partes. Los 856 cocoteros originales siguen en pie, y más de 1,000 árboles adicionales han sido plantados.

A medida que camino, me sorprenden esculturas inesperadas: rostros tallados emergen entre la vegetación, puentes que conectan senderos ocultos y casetas con bancos estratégicamente ubicados invitan a detenerse y contemplar. Cada rincón parece diseñado para ser fotografiado, pero más que eso, para ser vivido y sentido. Las villas se camuflan en la vegetación, casi imperceptibles, y a la izquierda, las residencias comienzan a aparecer entre la jungla. Finalmente, entre flores y plantas tropicales, un sendero de arena blanca se abre paso y revela lo que parece una playa de película: una cala de arena blanca con aguas cristalinas, donde unas tumbonas esperan bajo la sombra de los árboles. El sonido del mar, la brisa cálida y la intimidad del lugar lo convierten en un refugio de paz absoluta.

La playa privada: el rincón donde la magia alcanza su punto máximo

Si hay un lugar donde la magia del Four Seasons Resort Koh Samui se condensa por completo, es aquí. La playa privada es un espectáculo natural imposible de replicar, un rincón de arena blanca perfecta y aguas cristalinas que parecen sacadas de una postal. No hay artificio, no hay intervención; es pura belleza en su estado más auténtico.

Las tumbonas y sombrillas en tonos pastel acuamarina están dispuestas con discreción, permitiendo que el entorno se mantenga sereno e íntimo. Hay una paz absoluta, como si este fuera un lugar fuera del tiempo, un refugio apartado del mundo.

Detrás de la playa, enmarcando esta escena paradisíaca, se encuentra CoCoRum, el beach bar del resort. Un espacio precioso, con una barra elegante y una piscina infinity larguísima justo delante, creando el escenario perfecto para disfrutar de un cóctel o un mocktail refrescante. Aquí se sirve comida todo el día, pero lo que realmente destaca es el ambiente al atardecer: el cielo se tiñe de colores dorados y naranjas mientras el mar refleja la luz cambiante, y la experiencia se vuelve casi hipnótica. Ver el atardecer en este lugar de Tailandia es un momento que se queda grabado para siempre.

Interiorismo y diseño de Bill Bensley: un genio sin límites

El Four Seasons Resort Koh Samui lleva la firma inconfundible de Bill Bensley, un arquitecto e interiorista que nunca deja indiferente. Si has estado en uno de sus hoteles, lo reconoces al instante: hay algo en su manera de combinar lo sofisticado con lo inesperado, en ese toque juguetón que convierte cada espacio en una experiencia.

Aquí, su sello es innegable. No hay un solo rincón que no tenga su dosis de arte y sorpresa. Hay momentos en los que el resort parece una clásica villa tailandesa, con maderas tropicales y artesanía local. Y de repente, te encuentras con un estampado en blanco y negro, una composición geométrica que recuerda al Art deco o una escultura inesperada. Es un lujo nada predecible, una elegancia que juega con lo extravagante sin perder coherencia.

Lo que más me fascina de su trabajo aquí es que todo se siente lleno de vida y personalidad. No es un lujo minimalista ni aséptico; es un lujo vibrante, con colores y formas bien pensados, con detalles que sorprenden y con una energía especial. Cada espacio parece diseñado para despertar una emoción, para hacerte mirar dos veces, para invitarte a disfrutar con los ojos.

Además, el resort alberga la Bensley Outsider Gallery, una galería que expone su obra personal. Y tiene sentido: este lugar no es solo un hotel, es una galería habitable, donde cada estancia es una pequeña obra de arte.

Gastronomía sin igual: delicias frente al mar

La oferta gastronómica en el Four Seasons Resort Koh Samui es una experiencia en sí misma. Cada restaurante tiene su propia personalidad, pero todos comparten un denominador común: la excelencia.

A pocos pasos de CoCoRum, en plena playa, se encuentra Pla Pla, el restaurante especializado en pescados y carnes a la parrilla. Es el lugar perfecto para un almuerzo relajado con los pies casi tocando la arena o una cena íntima con la luz tenue y el sonido del mar de fondo. Yo tengo la suerte de probar su ceviche, y sus rollitos vietnamitas, así como sus sopas tailandesas, que son auténticas delicias. Además, también ofrecen opciones internacionales, siempre con productos frescos y una ejecución impecable.

Por las noches, una vez a la semana, la playa se transforma para dar paso a una experiencia única: el Fisherman’s Night. Más que una cena, es un evento que sumerge a los huéspedes en la esencia de la cocina tailandesa. La playa se ilumina con luces tenues, las mesas se instalan directamente sobre la arena y se recrea un mercado nocturno al más puro estilo tailandés, pero con un refinamiento absoluto. Los pescados y mariscos son de una calidad impresionante, cocinados al momento en diferentes estaciones, mientras un espectáculo de fuego —icónico en Samui— convierte la velada en algo inolvidable.

Para empezar el día, no hay mejor lugar que KOH Thai Kitchen, donde se sirve el desayuno. No es un desayuno cualquiera; es una experiencia que uno querría alargar por cinco horas si pudiera. El bufé es exquisito y se complementa con una carta de platos a la carta que se pueden pedir sin límite, algo que eleva la experiencia a otro nivel. La luz de la mañana hace que las vistas parezcan irreales, y la calidad de cada producto es extraordinaria. Destaca especialmente la repostería de su chef pâtissier francés, Fabien Casalino. Sus creaciones se pueden disfrutar tanto en los desayunos como en Tam Rab Thai, un recorrido culinario por la gastronomía tailandesa, que el restaurante organiza una vez a la semana.

Un spa de ensueño: relajación en estado puro

El Secret Garden Spa del Four Seasons Resort Koh Samui no es un spa cualquiera. Aquí, el bienestar se vive de una forma completamente distinta. Desde el momento en que comienzas el recorrido hacia tu sala de tratamiento, la experiencia ya es especial.

Las cabinas no están en un edificio cerrado, sino repartidas entre un impresionante jardín tropical. Hay un sendero sinuoso que las conecta, y mientras mi terapeuta me guía hacia la mía, me detiene varias veces para hacerme oler hierbas aromáticas. Cada paso es una invitación a relajarme aún antes de que comience el tratamiento.

Opto por el Detox Ritual, un tratamiento profundamente revitalizante que combina una exfoliación purificante con un masaje desintoxicante. La terapeuta utiliza aceites esenciales que ayudan a liberar tensiones, y el ambiente es tan sereno que me dejo llevar por completo. Es una desconexión absoluta.

El Secret Garden Spa es mucho más que un lugar para recibir masajes: es un santuario donde el ruido mental se disuelve. La brisa, la naturaleza, los aromas… todo está pensado para que el cuerpo y la mente entren en un estado de calma absoluta. Salgo de allí sintiéndome ligera, en paz, como si hubiese dejado atrás no solo el estrés, sino todo lo que me ataba a la rutina.

Las residencias: el lujo de tener un paraíso privado

Mientras recorro el resort, no puedo evitar fijarme en las Residences Villas, escondidas entre la vegetación de la colina pero con vistas panorámicas al océano y la isla de Pha Ngan. Estas residencias, pensadas para familias o grupos que buscan privacidad sin renunciar a la experiencia Four Seasons, van de 660 a 1.503 metros cuadrados y cuentan con todo lo necesario para convertirlas en un auténtico hogar de lujo.

Cada villa está decorada con teca y madera de rosa tropical, con detalles en seda tailandesa y obras de arte personalizadas que aportan un toque de sofisticación sin perder la esencia local. Los espacios interiores y exteriores están conectados a través de enormes puertas de cristal, permitiendo que la luz natural y la brisa marina fluyan sin interrupciones. Algunas residencias incluso cuentan con sala de entretenimiento, gimnasio privado o una sala de juegos con mesa de billar.

Pero lo más impresionante no es solo la amplitud, sino el nivel de servicio. Cada residencia tiene su propio mayordomo, que se encarga de anticipar cualquier necesidad, desde coordinar el itinerario hasta preparar cócteles al atardecer en la terraza. Además, los huéspedes pueden optar por una experiencia gastronómica totalmente personalizada, ya sea cocinando en la cocina completamente equipada o invitando a un chef privado de Four Seasons a preparar una cena exclusiva.

El espacio exterior es otro nivel de lujo. Una piscina privada con tumbonas y una zona de descanso, un bar con vinoteca, cafetera y hasta una tostadora, y un pabellón de comedor con mesa hundida de estilo japonés con vistas al mar. Todo pensado para que, una vez dentro, no haya necesidad de salir.

Estas residencias representan la máxima expresión del lujo descalzo: un refugio privado donde la exclusividad se encuentra con la comodidad absoluta.

The White Lotus: el escenario de la tercera temporada

El Four Seasons Resort Koh Samui no es solo un paraíso para los huéspedes, sino también para los cinéfilos. La tercera temporada de The White Lotus se ha rodado aquí, mayormente en las Residences Villas, convirtiendo este lugar en el próximo escenario de la aclamada serie de HBO.

Desde el principio, The White Lotus ha elegido Four Seasons para ambientar sus historias de lujo, intriga y drama: la primera temporada en Maui, la segunda en Taormina y ahora, la tercera en Koh Samui. Como gran fan de la serie, hospedarme en este resort antes de su estreno ha sido una experiencia muy especial. Durante mi estancia, intentaba adivinar en qué rincones exactos se habían grabado las escenas, imaginando cómo se desarrollaría la historia entre estos paisajes de ensueño.

Sé que cuando finalmente vea la temporada, reconoceré cada recoveco, cada sendero, cada terraza con vistas al mar en la que yo también estuve. Y estoy segura de que la serie conseguirá transmitir esa atmósfera única que solo un lugar como este puede ofrecer: el lujo absoluto envuelto en naturaleza, la privacidad de las residencias, la sensación de estar en un mundo apartado.

El Four Seasons Koh Samui, con sus playas perfectas, villas escondidas entre la selva y atardeceres de ensueño, es el escenario ideal para una historia de The White Lotus.

Experiencias inolvidables: más allá del lujo, la conexión humana

Más allá de la belleza del entorno, de las villas de ensueño y de la gastronomía exquisita, hay algo que hace que la estancia en el Four Seasons Koh Samui sea realmente especial: las personas. Esas conexiones inesperadas que surgen en experiencias tan únicas como una clase de Muay Thai al atardecer o la exploración de los arrecifes de coral.

The White Lotus en Tailandia: el hotel

La sesión de Muay Thai tiene lugar en el ring al aire libre, junto al gimnasio, en la parte alta del resort. Desde ahí, la vista es espectacular: los acantilados a ambos lados, el océano extendiéndose hasta el infinito y el cielo incendiándose con los colores del atardecer. Durante una hora, mi instructor no solo me enseña golpes y tácticas de autodefensa, sino que también comparte su historia personal, cómo el Muay Thai le salvó la vida y le dio un propósito. Es una experiencia intensa, física y divertida, pero también profundamente humana, de esas que dejan huella.

Lo mismo ocurre con la exploración de corales. Más allá de la belleza del arrecife y de la sensación de flotar en un mundo submarino de colores vibrantes, lo que realmente me impacta es la conexión con la persona que guía la actividad. En el Four Seasons Koh Samui, el compromiso con la conservación marina es serio: a través de su Coral Conservation Project, trabajan activamente para regenerar los arrecifes y educar a los huéspedes sobre su importancia. Poder sumergirme en ese universo marino, aprendiendo de primera mano sobre la vida en el arrecife y la fragilidad de este ecosistema, es un recordatorio de lo privilegiados que somos al poder disfrutar de estos tesoros naturales.

Conclusión: un sueño imposible de describir

Todo el mundo me preguntará: “¿Cómo es el hotel de The White Lotus en la vida real?” Y la verdad es que no lo sé. Porque una vez que haces el check-in en el Four Seasons Koh Samui, la vida deja de parecer “real”.

Quizás sea por las villas de ensueño, las vistas que te dejan sin aliento, la comida simplemente exquisita, los atardeceres de postal o la playa privada de aguas cristalinas. Tal vez sea por la magia de cenar sobre la arena en el Fisherman’s Market, o por la energía única que se respira en cada rincón del resort. Pero pensándolo bien… quizás sea por las personas.

Tal vez sea por Hannes, el director del resort, cuya pasión y calidez hacen que cada huésped se sienta en casa. O por Man, el conductor de buggies, que lleva más de 15 años recorriendo estas colinas con una sonrisa. O quizás por la terapeuta del spa, que te envuelve en una paz absoluta incluso antes de que comience el tratamiento. O puede que sea por el equipo de CoCoRum, donde cada cóctel se convierte en una experiencia. O por Fabien, el chef pâtissier francés que crea auténticas obras de arte en la mesa. O tal vez sea Nicolas, que logra que ames los cócteles más de lo que jamás imaginaste. No lo sé con certeza. Pero tiene sentido: los sueños no siempre pueden explicarse con palabras. Lo que sí sé es que este sueño me acompañará para siempre. Y por eso, estaré eternamente agradecida.

*Imágenes: cortesía